ANTES DEL FIN
Edgardo Malaspina
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Lo mejor de este mundo es la
infancia, dice Sabato. En esa época todo es eterno y no hay límites, contamos
los periodos según las fiestas, los cumpleaños, las navidades y el paso de los
Reyes Magos. El autor del El Túnel recuerda su infancia solitaria, las
tormentosas pesadillas y el sufrimiento del sonambulismo. Su madre fue
comprensiva y bondadosa. El padre fue un déspota, no obstante, Sabato no lo
reprocha. Por el contrario le agradece la disciplina férrea que contribuyo a
forjar su carácter severo para enfrentar las adversidades.
Sabato, en su juventud, busco la
verdad en el materialismo dialéctico, en la física u en las diferentes manifestaciones
del arte. Llego al ateísmo, pero luego acepta a Dios como un algo “Absoluto”.
Más tarde, ante tanta injusticia y miseria, expresa que si dios existe, está
bien enmascarado. La vida –dice- es una realidad dura, un túnel, un callejón
sin salida, una desolada confusión de hermosos ideales y torpes realizaciones.
Sabato lee a Julio Verne, Shiller,
Goethe, Rousseau, Dostoyeski, Tolstoy, Chejov, Gogol y Poe. Estas lecturas le hacen llevadera la vida, compleja, contradictoria,
inexplicable. Vivir es un viaje incomprensible hacia la muerte. Leer ayuda a
soportar ese viaje. Sabato pierde a su hijo y luego a su esposa. Se siente
solo, y la última soledad es la del amante sin su amada, la del hijo sin el
padre y la del padre sin el hijo.
Es decir, buscamos una verdad a través de los años y
recibimos mucho dolor. El paso del tiempo refuerza el dolor. En las crisis
totales solo el are puede expresar la angustia y la desesperación del hombre.
Así lo entendió cuando le tocó decidir entre la física y la literatura. ¿Por
qué abandonó su trabajo como físico al lado de Marie Curie con tantas
perspectivas? Quiso suicidarse en el Sena y decidió escribir El Túnel. Para
Sabato la función de la filosofía no está en la relación entre la conciencia y
materia, como sostenían los marxistas. Milita en el existencialismo de Camus:
la filosofía nos debe ayudar para decidir si vale la pena seguir viviendo o
suicidarnos.
Sabato habla de la globalización, del neoliberalismo, del
desempleo. Como Galiano entiende que el hombre contemporáneo le teme más al
desempleo que a la muerte. Dios y el demonio se disputan el alma del hombre, y
el hombre batalla todos los días en el medio del caos y la desdicha. La
realidad macroeconómica no se compadece con el microcosmos del hombre sencillo.
Los de arriba se ocupan más del producto interno bruto. Sera por eso que
nuestra educación nos hace cada vez más brutos. Todo esto entristece a Sabato.
Y con la tristeza las cosas se vuelven
alma como a Cioran, o filosofía como a
Epíteto.
Antes del fin está impregnado de nostalgia por el pasado,
temor por el presente y pesimismo ante el futuro de la humanidad.
Sabato expresa pensamientos así:
-Sin utopía ningún joven puede vivir en una realidad
horrible
-Es necesario escribir y meditar para vivir.
-Una novela profunda surge frente a situaciones límites de
la existencia, dolorosas encrucijadas en que intuimos la insoslayable presencia
de la muerte.
-La vida es un borrador que no podemos corregir.
-El arte salva de la locura.
-El ser superior es tratado con mezquindad y reticencia por
sus colegas.
-En cada niño indigente veo un Rimbaud.
-Llegamos a la ignorancia a través de las razones.
-Dios parece esconderse detrás del sufrimiento.
-La depresión es un lujo. Hay que sobreponerse.
-Vivimos entre la desesperación y la esperanza.
-Que desdichado es el hombre que solo cuenta con la razón.
La mayor nobleza del hombre es la de levantar su obra en medio de la
devastación, sosteniéndole infatigablemente, a medio camino entre el desgano y
la belleza.
-Solo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán
aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos
perdido.
Con
este último pensamiento Sabato se hace menos pesimista y trata de darle un
mensaje de aliento a las nuevas generaciones, y acepta que vale la pena vivir
para luchar por lo demás, por nuestros seres queridos y por los desamparados.
Incluso vale la pena luchar por las pequeñas cosas materiales que nos pueden
deparar momentos fugaces.
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