sábado, 30 de marzo de 2024
viernes, 29 de marzo de 2024
RIMAS
RIMAS
(1870)
ERMG
Rimas
del poeta español Gustavo Adolfo Bécquer
(1836-1870) fue publicada después de su muerte. En su primera edición
aparecieron 76 poemas; luego se le
añadieron otros. Contiene rimas asonantes y versos libres.
[Gustavo
Adolfo Bécquer, por Valeriano Bécquer, 1862 (Museo de Bellas Artes de Sevilla]
El
manuscrito original se denominaba “El libro de los gorriones”.
Los
temas fundamentales de las rimas son la poesía misma, el amor y la soledad.
“Por
los temerosos rincones de mi cerebro acurrucados y desnudos, duermen los
extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el Arte los vista
de la palabra, para poderse presentar decentes en la escena del mundo”. (Gustavo
Adolfo Bécquer).
FRASES
Y RIMAS QUE ME GUSTARON
1
Mientras
haya en el mundo primavera,
¡habrá
poesía!
2
LII
Volverán
las oscuras golondrina,
en
tu balcón sus nidos a colgar,
y
otra vez con el ala a sus cristales
jugando
llamarán;
pero
aquellas que el vuelo refrenaban
tu
hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas
que aprendieron nuestros nombres,
esas...
¡no volverán!
Volverán
las tupidas madreselvas
de
tu jardín las tapias a escalar,
y
otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus
flores se abrirán;
pero
aquellas cuajadas de rocío,
cuyas
gotas mirábamos temblar
y
caer, como lágrimas del día...
esas...
¡no volverán!
Volverán
del amor en tus oídos
las
palabras ardientes a sonar;
tu
corazón de su profundo sueño
tal
vez despertará;
pero
mudo y absorto y de rodillas,
como
se adora a Dios ante su altar,
como
yo te he querido... desengáñate,
¡así
no te querrán!
3
LV
Amargo
es el dolor, ¡pero siquiera
padecer
es vivir.
4
LX
¡Cuándo
podré dormir con ese sueño
en
que acaba el soñar!
5
LXIX
Al
brillar un relámpago nacemos
y
aún dura su fulgor cuando morimos:
¡Tan
corto es el vivir!
La
gloria y el amor tras que corremos
sombras
de un sueño son que perseguimos
¡Despertar
es morir!
6
LXXIII
La
piqueta al hombro,
el
sepulturero
cantando
entre dientes
se
perdió a lo lejos.
La
noche se entraba,
reinaba
el silencio
perdido
en la sombra,
medité
un momento:
“¡Dios
mío, qué solos
se
quedan los muertos!”
miércoles, 27 de marzo de 2024
UN POEMA DE JOSÉ MELÉNDEZ: TANIA
VIII
TANIA
En
mis oraciones siempre estás tú como un legado de Ucrania.
Para mí eres tú esa frontera milenaria que llaman Ucrania.
Lavo
mis manos y mi frente en el Dniéper.
El
espejo del agua dibuja tu rostro,
tus verdes ojos del tamaño del cielo
que inician
travesía
llevando consigo pedazos de recuerdos
de
la vida que fue
y aún anida en kashtanes de ensueños.
P.D
La recuerdo con sentimientos de juventud
de amor de dos mujeres que nunca dejaré de
amar :
Aliona
la Grande y Tania de Kiev.
martes, 26 de marzo de 2024
DÍAS SANTOS, UN POEMA DE JOSÉ MELÉNDEZ
VII
DÍAS
SANTOS
Los
días santos son todos los días del calendario.
En
duración, amaneceres , atardeceres ,
en sus noches de descanso y de estrellada
claridad.
Santos
que nos visitan omnipresentes
que te toman de la mano
y
no lo percibes.
Si
eres un ser que amas sin pedir nada,
si
te duele cuando alguien sufre,
si cuando comes piensas que junto a ti otros
mastican lo mismo que tú,
entonces
tú eres tu propio santo
y
en ti está la verdad.
NICOLÁS NICKLEBY (1839)
NICOLÁS NICKLEBY (1839)
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
Tercera
novela de Charles Dickens. Nicolás Nickleby, huérfano, debe luchar contra las
adversidades del destino para mantener a su madre, su hermana y así mismo. En
parte, la obra, como todos los relatos de Dickens, es autobiográfico.
Dickens
caracterizó a su personaje así: "Sólo hay otro punto sobre el que
desearía hacer una observación. Si no siempre se considera que Nicholas es
inocente o agradable, no siempre se pretende que lo parezca. Es un joven de
temperamento impetuoso y de poca o ninguna experiencia; y no vi ninguna razón
por la cual un héroe así debería ser sacado de la naturaleza".
PELÍCULA
Nicholas
Nickleby (1977), serie de televisión de la BBC dirigida por Christopher Barry ,
protagonizada por Nigel Havers en el papel principal, Derek Francis como
Wackford Squeers y Patricia Routledge como Madame Mantalini.
UN POEMA DE JOSÉ MELÉNDEZ: EVOCACIÓN DE LA INFANCIA.
VI
EVOCACIÓN DE LA INFANCIA
En mi almohada ,lo más
cercano a mi soledad,
habita un gnomo que en
mis noches de sonámbulo
me arrulla con un canto
de...
duérmete mi niño
que hay en el solar
mucha tierra fértil
que hay que trabajar.
domingo, 24 de marzo de 2024
NERUDA Y YO, UN POEMA DE JOSÉ MELÉNDEZ.
NERUDA
Y YO
Conocí
a Pablo en el liceo
Ocurre
que todo lo que quiero escribir ya él lo hizo
No
puedo denunciarlo porque sería denunciarme a mí mismo
Además,se
fue sin despedirse y anda en un lugar distante
Dejo su poesía y yo ya no puedo escribir las mías
Mejor
me dedico a otras cosas...
AÍDA, UN POEMA DE JOSÉ MELÉNDEZ
AÍDA
Aída.
... Una mujer que amé sin darme cuenta.
Escapamos
Llegamos al mar
La
arena
Un
barco en la distancia
Olas
que traen mensajes de otras tierras
Gaviotas
espías
Un beso, otro más
La
brisa marina
Las
palmeras
El uniforme colegial
El
bus de regreso
Aída en mis sueños
¿Me
recordará?
Soy
yo, Aida... ¿Dónde andarás...?
viernes, 22 de marzo de 2024
OLIVER TWIST
OLIVER
TWIST (1837-1838)
Oliver
Twist es la segunda novela de Charles Dickens. Por primera vez un niño es el
protagonista en la literatura inglesa . La obra plantea la problematica social
de la infancia, su abandono, falta de educación, explotación en el trabajo y la
incitación al delito. El final del relato es optimista: pese a todas las
dificultades , el bien triunfa sobre el mal.
FRASÉS
Y PÁRRAFOS
1
Entre
los edificios públicos de que se siente orgullosa una ciudad, cuyo nombre creo
prudente callar por varias razones, hay uno antiguamente común a la mayor parte
de las ciudades, grandes o pequeñas: el hospicio.
2
El
cirujano y la enfermera frotaron el pecho, las manos y las sienes de aquella
madre desgraciada; pero la sangre se había helado para siempre. Le hablaron de
esperanza y de consuelo; pero el remedio llegaba demasiado tarde.
3
La
noche estaba fría y tenebrosa. Las estrellas centelleaban a muchísima mayor
distancia de la tierra que otras veces. No hacía viento, y las sombras de los
árboles, proyectándose sobre la tierra con persistente inmovilidad, tenían algo
de siniestro y pavoroso.
4
Los
años y la suciedad habían ennegrecido las paredes y el techo de la habitación.
Delante de la chimenea, sobre una mesa desvencijada, derramaba turbios
resplandores una vela introducida en el cuello de una botella de ginebra, junto
a la cual se veían dos o tres cubiletes de estaño, manteca y un pan, así como
también un plato.
5
¡Son
muy contados los rostros que se nos dejan en el mundo para que alegren nuestras
miradas con sus encantos! Las zozobras, ansiedades, penas y anhelos
desordenados los truecan y deforman de la misma manera que truecan y cambian
los corazones, y sólo cuando esas pasiones duermen, cuando han perdido para
siempre su imperio, es cuando se disipan las nubes y refleja la frente la
hermosa serenidad de los Cielos.
6
El
astro rey, que no sólo trae consigo la luz, sino también vida nueva, esperanza
nueva y energía nueva al hombre, alzóse sobre la ciudad envolviéndola en
hermosas nubes de gloria radiante. Sus rayos luminosos lo mismo penetraron a
través de los costosos cristales de delicados colores que por los amarillentos
vidrios remendados con papel, lo mismo inundaron los ventanales de las
soberbias cúpulas de las catedrales que las grietas de las casuchas cuarteadas.
7
A
orillas del Támesis, no lejos de la iglesia de Rotherhithe, allí donde se alzan
sobre el río los edificios más sucios y ruinosos, y los barcos son más negros
como consecuencia del polvo de la hulla y del humo que escapa de los caserones
emplazados al borde mismo de las aguas, existía, y existe en la actualidad, la
más inmunda, la más singular, la más extraordinaria de las localidades que
encierra en su seno la ciudad de Londres, y que desconocen, hasta de nombre, la
inmensa mayoría de sus habitantes.
8
Llegó
la noche... tétrica, siniestra, silenciosa. Hay quien cuando pasa la noche en
vela se alegra de oír sonar las horas de la iglesia, porque las campanadas le
anuncian la continuación de la vida y la proximidad del nuevo día.
9
La
señora Maylie fue a vivir con los recién casados, para saborear, durante el
resto de sus tranquilos días, la dicha mayor que la edad y la virtud pueden
apetecer en este mundo: la contemplación de aquellos a quienes se ha consagrado
el afecto más tierno a quienes se han prodigado los cuidados más solícitos.
10
Si
es verdad que las almas de los muertos descienden alguna vez a la tierra para
visitar los lugares consagrados por el amor... el amor que sobrevive a la
muerte, el que no se detiene en la tumba...
PELÍCULA
DIRECTOR
DAVID LEAN. REINO UNIDO.1948
miércoles, 20 de marzo de 2024
MEMORIAS DE MAMÁ BLANCA
MEMORIAS
DE MAMÁ BLANCA (1929)
Es
una novela utobiográfica de Teresa dela Parra ,y su fuente de inspiración es la
infancia. Se habla de seis hermanas que
cambian su vida apacible en una hacienda
por la agitada de Caracas. En el
ambiente citadino hay nostalgia por las vivencias y paisajes bucólicos. Se recalca
la libertad que reinaba en el campo
(Piedra Azul) , los juegos infantiles, la educación estricta, los trabajos en
el trapiche.
El
personaje Vicente Cochocho se destaca por su filosofía a lo Diógenes. Cochocho
es “toero”: desempeña culaquier trabajo en Piedra Azul, desde los más
indeseables y sucios hasta hacer las veces de médico o de soldado en algún
alzamiento militar.
FRASES
Y PÁRRAFOS QUE ME GUSTARON
1
Conocí
a Mamá Blanca mucho tiempo antes de su muerte, cuando ella no tenía aún setenta
años ni yo doce. Trabamos amistad, como ocurre en los cuentos, preguntándonos los
nombres desde lejos, amortiguadas las voces por el rumor del agua que cantaba y
se reía al caer sobre el follaje, iba yo jugueteando por el barrio y de pronto,
como se me viniese a la idea curiosear en una casa silenciosa y vieja, penetré
en el zaguán, empujé la puerta tosca de aldabón y barrotes de madera, pasé la
cabeza por entre las dos hojas y me di a contemplar los cuadros, lasmecedoras,
los objetos y en el centro del patio un corro de macetas, con helechos y
novios, que subidos al brocal de la pila se estremecían de contento azotados
por la lluvia de un humilde surtidor de hierro.
2
Como
Mamá Blanca poseía el don precioso de evocar narrando y tenía el alma desordenada
y panteísta de los artistas sin profesión.
3
Debo
advertir que Mamá Blanca, cuyo amor maternal, traspasando los límites de su
casa y su familia, se extendía sin excepción sobre todo lo amable: personas,
animales o cosas, vivía sola como un ermitaño y era pobre como los poetas y las
ratas.
4
Su
trato, como la oración en labios de los místicos, sabía descubrirme horizontes
infinitos e iba satisfaciendo ansias misteriosas de mi espíritu.
5
Yo
no sabía aún que, a la inversa de los poderosos y los ricos de este mundo, la
vida es espléndida no por lo que da, sino por lo que promete.
6
Piensen
indulgentes que las personas más impresenables son generalmente las más
interesantes. Yo creo que el cuerpo suele adornarse con detrimento del espíritu.
Es una convicción cruel que profeso con tristeza, pues me due- le muchísimo el
pensar que la amable, la divina elegancia del cuerpo, es una ladrona linda y
vil que para bien ador- narse dejó el alma sin ropas ni pan, sumida en la
miseria
7
¿Qué
es una frase sin tono ni ritmo? Una muerta, una momia. ¡Ah, hermosa voz humana,
alma de las palabras, madre del idioma, qué rica, qué infinita eres! . La palabra
escrita es un cadáver.
8
El escritor , al pecar por exceso de
verosimilitud o claridad, se vería cubierto de desprecio. Lo incomprensible, al
humillar violentamente. los espíritus, arranca de las manos aplausos irritados
y sinceros, cuyo verdadero significado es éste: ¡Bravo, bravo, bravísimo, que
no hemos entendido ni una jota! Una imaginación de amplio vuelo puede lanzarse
a sus anchas dentro de la oscuridad, que es infinita. Dios no sería adorable si
fuera comprensible. La humilde claridad es limitada, franca y pobre. La claridad
es despreciable y reposante como un par de pantuflas viejas.
9
La
gloria no se ofrece sino al que la soli- cita»
10
MEDICINA
A
más de maestro en filosofía y ciencias naturales, a más de ser tocador de
maracas, paleador de la acequia, emburrador del trapiche y deshierbador de
lajas, Vicente era el médico, el boticario y el agente de las pompas fúnebres
en Piedra Azul.
—En lo concerniente a la milicia,
Vicente tenía más genio que vocación; en lo concerniente a la medicina, tenía
más vocación que genio. Como es la vocación quien forma el verdadero médico,
como la medicina oscura y santa está impregnada de misticismo, milagros y
ciencia infusa del corazón, Vicente, todo actividad, todo abnegación, todo
espíritu de sacrificio; Vicente, a quien nadie llamó nunca el doctor Cochocho,
era el médico por excelencia.
—Papá
no lo juzgaba así. Como la medicina, repito, es campo abierto a las apasionadas
creencias, al fogoso mis- ticismo y a las luchas fanáticas, Papá perseguía con
ardor e intolerancia la actuación de Vicente junto a los enfermos de la
hacienda. Aseguraba con convicción, de raigambre, mís- tica, que en Piedra Azul
la presencia de Vicente era mucho más funesta que el tifus, la disentería y la
fiebre amarilla juntos. Papá hablaba con pasión, no cabe duda. Pero siendo su
poder absoluto o ilimitado, la situación de Vicente respec- to a su misión
sublime y respecto a Papá, era en todo seme- jante a la de los primeros
cristianos bajo la persecución de Diocleciano o de Nerón. No quiero decir con
esto que Papá fuera cruel, sino que amenazado cada instante por el omnipo-
tente Vicente, lleno de heroismo, robustecido más y más en su caridad y en su
fe, ejercía su ministerio en la sombra.
—
Yo creo que en la intolerancia honrada de Papá se ocul- taba, sin él saberlo,
como ocurre a menudo, aquella rivali- dad despierta y agresiva que viene a
asomarse siempre entre dos médicos situados ante una misma clientela. Por- que
debo advertir a ustedes que, a su manera, sin universi- dades, grados ni
estudios, también era médico don Juan Manuel. También él se iba en su caballo
Caramelo, con su frasquito de píldoras de quinina, su termómetro, sus sina-
pismos, sus purgantes y recetaba a los enfermos. Vicente se iba a pie con
hojitas de llantén, raíz de ciruela fraile moli- da, manteca de lagarto, sangre
de conejo matado en men- guante, ensalmos, oraciones y le arrebataba la
clientela. Y es que, siendo el más débil Vicente, era el más fuerte por su
augusta vocación. En Piedra Azul se curaba y se medicinaba de balde. Por lo
tanto, Papá, enteramente desarmado, no pudiendo siquiera pasar a sus enfermos
esas cuentas altísi- mas que tanto sostienen el prestigio científico de un médico,
aplastado por Vicente, sin defensa posible, veía decaer su clientela, mientras
la de su competidor crecía.
—Como
todo médico, grande o pequeño, ignorado o renombradísimo; como todo medicucho,
medicastro o gran lumbrera, Vicente realizaba curaciones maravillosas y realizaba
también de vez en cuando muertes fulminantes que producían gran escándalo y
cubrían su nombre de oprobio durante breves días. Las cosas volvían pronto a
normalizarse y la fe renacía. En los días del escándalo la cólera de Papá, todo
rayos y truenos, caía sobre la cabeza bienhecho- ra y vencida.
—Oye,
Vicente —dijo Papá terrible y todopoderoso— óyeme bien. Acabo de saber que a
José del Rosario, el de la Quebrada Grande, se le enfermó su muchachita de un
ojo, que tú fuiste allá y dijiste que eso se curaría con sangre de lapa, que tú
mismo cazaste la lapa, que tú mismo le sacas- te la sangre, que tú mismo la
llevaste, que se la pusieron y se ha quedado tuerta. Eres un bruto y más que
bruto, criminal, ya lo sabes! Atiéndeme bien ahora y que no se te olvide, es la
última vez que te lo digo; te juro Vicente, que como tú vuelvas a recetar a un
solo enfermo más aquí, en Piedra Azul, le escribo al jefe civil del distrito
para que vengan inmediatamente a buscarte y te tengan en la cárcel preso.
—Sí, señor. Contestó Vicente humildemente, sin olvidar
su puntillo y sus tres golpes de maraca. Inútil es decir que desde el día
siguiente, con mucho más ardor continuó en secreto cazando lapas, buscando
hierbas, moliendo raíces, anda que anda, de norte a sur, de este o oeste,
perdiendo días de jornal, vadeando ríos crecidos y pasando noches en vela junto
a la cabecera de sus amados enfermos.
martes, 19 de marzo de 2024
lunes, 18 de marzo de 2024
IFIGENIA
IFIGENIA
(1924)
Es
la primera novela de Teresa de la Parra narrada en forma de diario epistolar. El
personaje principal se llama María Eugenia Alonso y regresa de Europa para
vivir en Caracas. Su padre ha muerto y por componendas de un tío pierde su
herencia. Debe adaptarse a las nuevas
condiciones sociales. Se impone la idea de casarse para sobrevivir, El
matrimonio lo asume como un sacrificio semejante al de la Ifigenia mitológica.
FRASES
Y PÁRRAFOS QUE ME GUSTARON
1
Abuelita
tiene muy arraigado este principio falsísimo y pasado de moda:
—«Las
personas que se fastidian es porque no son inteligentes».
Y
claro, como mi inteligencia brilla de continuo y no es posible ponerla en tela
de juicio, Abuelita deduce en consecuencia que yo me divierto a todas horas con
relación a mi capacidad intelectual, es decir: muchísimo. Y yo por delicadeza
se lo dejo creer.
2
Como
sabes, Cristina, siempre he tenido bastante afición a las novelas. También la
tienes tú, y creo ahora que fue sin duda ninguna esta comunidad de gusto por el
teatro y las novelas la que hizo que intimáramos tanto durante los meses de
vacaciones, así como durante los meses de colegio nos hizo intimar mucho
aquella otra comunidad de gusto en los estudios.
3
Te
escribo en mi cuarto cuyas dos puertas he cerrado con llave. Mi cuarto es
grande, claro, empapelado de azul celeste, y tiene una ventana con reja que da
sobre el segundo patio de la casa. Del lado afuera de la ventana, muy pegadito
a la reja, hay un naranjo, y más allá, en cada una de las otras esquinas, hay
otros naranjos. Como yo he colocado mi escritorio y mi sillón muy cerca de mi
ventana, mientras pienso echada atrás la cabeza contra el respaldo del sillón,
o apoyada de codos sobre la blanca tabla del escritorio, estoy siempre mirando
mi patio de los naranjos. Y es tanto lo que tengo pensado mirando hacia arriba,
que ya conozco hasta el más mínimo detalle de la verde filigrana sobre el azul
del cielo . . .
4
Conversamos
luego sobre los viajes, sobre los distintos climas, sobre la hermosura de la
naturaleza tropical, sobre lo alegre que era la vida a bordo de un
trasatlántico, y a las dos horas, disipada ya mi timidez del principio, éramos
tan amigas y habíamos simpatizado tanto, que a mí me parecía haber encajado ya
en una de mis casillas correspondientes del rompecabezas. Créeme, Cristina, y
esto, por supuesto sin que lo sepa Abuelita, ¡de buena gana me hubiera quedado
viviendo para siempre con aquella encantadora Madame Jourdan!
5
Hay
instantes de la vida, Cristina, en que el espíritu parece desmaterializarse por
completo, y lo sentimos erguirse en nosotros exaltado y sublime, como un
vidente que nos hablara de cosas desconocidas. Experimentamos entonces una
santa resignación por los dolores futuros, y sentimos también en el alma ese
melancólico florecer de las alegrías pasadas, mucho más tristes que las
tristezas, porque son en nuestro recuerdo como cadáveres de cuerpo presente que
no nos decidimos a enterrar nunca . .
6
En
las llegadas hay siempre un misterio triste.
Cuando
un vapor se detiene, después de haber caminado mucho, parece que con él se
detuvieran también todos nuestros ensueños y que callasen todos nuestros
ideales. El suave deslizarse de algo que nos conduce es muy propicio a la
fecundidad del espíritu. ¿Por qué? . . . ¿será tal vez que el alma al sentirse correr
sin que los pies se muevan sueña quizás en que se va volando muy lejos de la
tierra desligada por completo de toda materia? . . .
7
CONTRA
LA SELECCIÓN NATURAL
Pero
tío Pancho en un nuevo discurso muy bien documentado, y un poco paradójico
también, nos demostró palpablemente los grandes perjuicios que ocasionan a la
humanidad el microscopio, la higiene, las vacunas, la cirugía, y las academias
de Medicina; cosas todas que según él suelen acabar con las personas
verdaderamente robustas, conservando en cambio a los enfermizos, a los pobres,
a los aburridos y a los desgraciados, seres infelices contra quienes se ensañan
arbitrariamente al privarle de la muerte que es cosa tan natural e inofensiva.
8
El
viaje de Macuto a Caracas, Cristina, es una atrevida excursión por la montaña,
que dura casi dos horas. Para hacer esta excursión escalan la montaña y se la
disputan juntos la carretera y el tren. El tren que es pequeñito y angosto,
corre sobre unos rieles muy unidos, y para correr sobre ellos tiene rastreos
ondulantes de serpiente y a ratos tiene también audacias de águila. Hay veces
que se desliza entre lo más oscuro y verde de la montaña y cuando se piensa que
sigue escondido aún entre las malezas y las rocas que están a la falda del
monte, aparece de pronto sobre un picacho, animoso y valiente, con su penacho
de humo. Antes de emprender el vuelo anda primero junto al mar muy cerquita de
las olas, entra por los aledaños de La Guaira y del vecino pueblo de Maiquetía,
da unos cuantos rodeos indecisos y es después cuando se lanza a conquistar la
montaña. La carretera, que es más franca y menos audaz que el tren, camina
también un rato junto al mar y los rieles, pasa por los dos pueblos, se aparta luego
de todos y entonces ella sola en blancas espirales va enlazando la montaña con
su cinta de polvo.
9
Si
el cocotero es uno solo y se mira a distancia, en pleno aislamiento, erguido
frente al mar, tiene la melancolía de un solitario que medita, y la inquietud
de un centinela escudriñando el horizonte; sus palmas desgajadas en el espacio
a tan larga distancia de la tierra parecen flores puestas en un búcaro de pie
muy largo. Si se mira de tan lejos que lo etéreo del tallo se ha perdido en la
atmósfera, aquellas hojas flotando en el ambiente, tienen entonces el misterio
de un jirón de incienso que sube, y parecen evocar el símbolo místico de las
oraciones abriendo sus tesoros junto al cielo.
10
El fastidio
me ha hecho analista expansiva y escritora.
11
La
naturaleza, pues, está ordenada en jerarquías, los animales más fuertes devoran
a los más débiles, viven a sus expensas e imperan sobre ellos. El ser humano
está a la cabeza de todas las jerarquías y es la suprema expresión del tipo
aristocrático en la naturaleza. Estas pequeñas meditaciones, suelen despertar
en mi espíritu, pensamientos filosóficos, si es que así pueden llamarse ciertas
observaciones o razonamientos que acostumbro hacer en mis ratos de soliloquio y
que no confieso a nadie por temor de que puedan parecer impertinentes o ridÍculas.
12
Pero
semejantes soliloquios se paralizan inmediatamente en mi cerebro al recordar
que esta malhadada propensión a la filosofía es causa de mi desdicha, fuente de
mi tristeza, y origen de mi reclusión en San Nicolás, cosa que hasta el
presente he sobrellevado con bastante estoicismo.
13
Y
como he visto y palpado que el almacenar ideas propias es cosa tan insensata y
peligrosa como el llevar una bomba de dinamita en el bolsillo, rechazo en
seguida todo género de filosofías.
14
Después
de mucho escoger, acabo siempre por sentarme sobre la peña que ataja la
corriente en un pozo, y allí me pongo a contemplar el río, y le miro, le miro,
muy fijo y muy cerca, hasta que poco a poco se va callando el mundo entero de
mis pensamientos, olvido las ideas surgidas unos minutos antes, al pausado
trotar de mi caballo, se borran unas tras otras las diversas imágenes
materiales recogidas en el día, y convertida ya en un pedazo inconsciente de la
naturaleza, empiezo a escuchar la voz sencilla y generosa del agua.
15
De
tanto mirar el río me parece que también me fui caminando en su corriente, y
que junto a las piedras y las arenas del fondo, junto a las frutas caídas y las
ramas secas que pasaron flotando, junto al encaje de los árboles, y los azules
pedazos de cielo que se reflejan desde arriba, el agua lleva también en sus
entrañas este divino y torturante poema de mi amor. Sentada como estoy sobre la
roca, en el poblado silencio del paisaje, copio por un instante el alma inmóvil
de la piedra, y me quedo tranquila y callada, para que el río al pasar me cante
mi poema en sus murmullos y me lo vaya enseñando en su espejo.
16
Estos
diarios paseos vespertinos son consoladores como la confesión, porque descargan
mi alma de su carga de tristeza. El río, con la misericordia de sus matas, sus
peñones y sus murmullos, es el confesor que me absuelve todos los días de las
negruras que le llevo; él me da consejos de esperanza, y me deja siempre en el
espíritu la gracia infinita de la alegría. Yo bendigo a la brisa que me
despeina los cabellos; bendigo a mi caballo que corre contra la brisa; y luego
de bendecir a la naturaleza entera, también bendigo a Perucho, que es mi
escudero y es mi acólito, en estas peregrinaciones sentimentales.
17
Y
sobre la piedra del río, con el libro por cartera, y mis rodillas por
escritorio, limando de tiempo en tiempo en una peña vecina la punta de mi lápiz
cuando se hacía muy roma, mientras duró la luz del día estuve escribiendo, y
escribí febrilmente esta carta, que tiene la loca sinceridad de todas las ardientes
y silenciosas cartas de amor que nunca se envían.
18
Hace
como cosa de dos años, yo tenía la costumbre de escribir mis impresiones. Pero
dicha costumbre me duró tan sólo algunos meses, pues en un momento dado, sin
saber por qué ni cómo, la encontré necia, ridícula, fastidiosísima, me dije que
era una gran tontería escribirse cosas a sí mismo, y sin más ni más, en un día
de actividad, tomé las cuartillas escritas, hice con ellas un gran paquete, lo
envolví en un periódico, y luego de atarlo con una cinta de hiladilla blanca,
lo escondí en el doble fondo de mi armario de luna donde nadie pudiese hallarlo
nunca.
19
La
prudencia y el espíritu de previsión no abundan mucho en el gremio de los
literatos.
20
La
lectura de las enterradas cuartillas escritas hace dos años, me tom ógran parte
de la mañana, y la tarde entera de ayer. Consideradas literariamente, desde mi
falsísimo punto de vista de autora, las he encontrado superiores a ciertas
crónicas, cuentos, y poemas en prosa con los cuales acostumbran a engalanarse
ciertos diarios y revistas; cosa esta que no es alabar mucho mis cuartillas, ni
faltar descaradamente a la modestia, porque la mayoría de los cuentos, poemas,
y crónicas a que me refiero, con perdón de sus autores, suelen parecerme
bastante malos.
21
Pero
acabo de ver que estoy filosofando, y como no quiero malgastar mi inteligencia
en decir cosas profundas que nadie ha de leer nunca, aquí me detengo en cuanto
a filosofías, y paso a relatar en pocas palabras, con la mayor claridad y
concisión de que soy capaz, cómo, y cuándo, me ocurrió este gran acontecimiento
del novio.
22
EL
MITO DE IFIGENIA
Como
en la tragedia antigua soy Ifigenia; navegando estamos en plenos vientos
adversos, y para salvar este barco del mundo que tripulado por no sé quién,
corre a saciar sus odios no sé dónde, es necesario que entregue en holocausto
mi dócil cuerpo de esclava marcado con los hierros de muchos siglos de
servidumbre. Sólo él puede apagar las iras de ese dios de todos los hombres, en
el cual yo no creo y del cual nada espero. Deidad terrible y ancestral; dios
milenario de siete cabezas que llaman sociedad, familia, honor, religión,
moral, deber, convenciones, principios. Divinidad omnipotente que tiene por
cuerpo el egoísmo feroz de los hombres; insaciable Moloch, sediento de sangre
virgen en cuyo sagrado altar se inmolan a millares las doncellas!
..
.
Y
dócil y blanca y bella como Ifigenia, ¡aquí estoy ya dispuesta para el martirio!
Pero antes de entregarme a los verdugos, frente a esa blancura cándida que ha
de velar mi cuerpo, quiero gritarlo en voz alta, para que lo escuche bien todo
mi ser consciente:
—
¡No es al culto sanguinario del dios ancestral de siete cabezas a quien me
ofrezco dócilmente para el holocausto, no, ¡no!. . . ¡Es a otra deidad mucho más
alta que siento vivir en mí; es a esta ansiedad inmensa que al agitarse en mi
cuerpo mil veces más poderosa que el amor, me rige, me gobierna y me conduce
hacia unos altos designios misteriosos que acato sin llegar a comprender! Sí:
Espíritu del Sacrificio, Padre e Hijo divino de la maternidad, único Amante
mío; Esposo más cumplido que el amor, eres tú y sólo tú el Dios de mi
holocausto, y la ansiedad inmensa que me rige y me gobierna por la vida.