VERSOTERAPIA

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2007

LITERATURA Y MEDICINA

LITERATURA Y MEDICINA
LIBRO DEL DR. EDGARDO MALASPINA : LITERATURA Y MEDICINA

VERSOTERAPIA

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sábado, 24 de noviembre de 2018

GÓGOL








GÓGOL
Edgardo Malaspina
1
En el 2009 con motivo de cumplirse 200 años del nacimiento de Nikolái Gógol (1809-1852) en Rusia hubo una especie de gogolomanía: se publicaron sus libros, se presentaron sus obras de teatro (sobre todo “El inspector”) y su casa-museo fue un sitio muy visitado.
2
Cuando estudiaba bachillerato en mi pueblo natal, Las Mercedes del Llano, tenía un amigo poeta llamado José Barreto. Se sentaba en las aceras por las tardes y leía en voz alta para su público, conformado por muchachos más jóvenes que él, y entre quienes me contaba. Un día dijo: voy a leerles un poema llamado Almas Muertas de un ruso: Gógol. Luego explicó muchas cosas y terminó diciendo que era un libro de protesta. Barreto tenía ideas comunistoides, y a todas sus lecturas le buscaba un lado revolucionario. Aquella vez entendí muy poco de lo que hablaba porque no conocía el sistema de propiedad de la tierra en Rusia con sus siervos, denominados simplemente “almas”. No obstante, esa velada me sirvió para interesarme por este escritor; y cuando llegué a Moscú me leí Tarás Bulba y sus novelas satíricas de Petersburgo.
3
En una reunión invernal y con unos tragos de vodka  en 2009 la conversación giró hacia Gógol, por supuesto. “Estaba loco y se la pasaba rezando en sus últimos años”, dijo alguien. Luego, caminando por las calles de Moscú compré una especie de biografía espiritual de Gógol, y empecé a leerla.
4

Gógol era un fanático religioso. Rezaba mucho, asistía a misa todos los días y visitaba los monasterios y otros lugares sagrados a pie. Daba limosnas a los mendigos, y cuando no tenía dinero prometía traerlo al día siguiente.
5
Tenía 16 años cuando murió su padre: desde entonces pensaba en la muerte con claros síntomas de tanatofobia: “Uno debe pensar cada minuto en la muerte para no pecar”. Le diagnosticaron “una enfermedad nerviosa” en momentos cuando pensaba que la mejor vida es la del monje (por eso nunca quiso tener relaciones sexuales con mujeres). Leía sólo libros religiosos. Llenaba cuadernos con oraciones y cantos litúrgicos. Componía sus propios rezos.
6
Gógol era un andariego compulsivo por eso llevaba siempre su biblioteca ambulante: notas de los libros leídos. Era tan introvertido y estaba siempre sumido en sus pensamientos que su cara tenía aspecto de filósofo, decían. Turguenev lo catalogó de genio pero con un toque de locura.
7
Gógol dormía en sillas o muebles, pero no en la cama. Incluso no se quitaba la ropa ni el calzado. Unos afirman que temía morir en la cama, pero otros creen que lo hacía por motivos religiosos: practicaba una especie de mortificación corporal para sacrificarse y agradar a Dios.
8
En mi práctica médica he visto pacientes que evitan dormir en la cama porque creen que allí los puede sorprender la muerte. Prefieren dormir sentados “para evitar que la sangre se vaya a la cabeza”. Eso es tanatofobia.

lunes, 5 de noviembre de 2018

LA ENFERMEDAD


Libros y comentarios

LA ENFERMEDAD

Edgardo Malaspina
1

Con “La enfermedad”,de Alberto Barrera Tizka, hemos recordado a varios escritores que han abordado el tema médico: Moliere, Kafka, Hasek, Pasternak, García Márquez, Otero Silva, Díaz Rodríguez y muchos otros. Los más connotados en este peculiar subgénero de la literatura, en mi opinión, se encuentran en las letras rusas: Tostoy (La muerte de Iván Ilich), Chéjov (La sala número seis) y Bulgakov (Notas de un médico novel).
2

 Barrera Tyszka, que de alguna manera se había acercado al tema en su poesía ( La sesión del martes, Abril en Lima, y Balada –en un pasillo de un hospital-), con pinceladas frescas y magistrales nos recuerda la fragilidad de la existencia y nos invita a reflexiones que van más allá de lo puramente médico y filosófico(para Aristóteles los dos términos eran uno solo en muchas circunstancias).
3
¿Hay que decirle toda la verdad al paciente?  Se afirma que el cirujano Pirogov al saber que padecía cáncer decayó anímicamente y se preparó para morir pronto; pero  vivió más tiempo porque lo convencieron sus colegas de que ese no era el diagnóstico (pero era cáncer).
4
 Con  La Enfermedad, por ejemplo, podemos hablar de etiopatología , historia de la medicina y ética. En la novela el Dr. Miranda se enfrenta a un dilema: decirle el diagnóstico fatal a su padre o callar. Además, el paciente Ernesto Durán, enfermo imaginario, piensa que  sólo Miranda puede curarlo.