VERSOTERAPIA

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2007

LITERATURA Y MEDICINA

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LIBRO DEL DR. EDGARDO MALASPINA : LITERATURA Y MEDICINA

VERSOTERAPIA

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domingo, 6 de diciembre de 2020

EL JARDINERO DE RABINDRANAZ TAGORE

 


EL JARDINERO DE RABINDRANAZ TAGORE

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Rabindranaz Tagore (1861-1941) recibió el Premio Nobel de Literatura en 1913 “por sus versos llenos de belleza, de frescura y de honda sensibilidad, mediante los cuales ha incorporado con habilidad consumada su pensamiento poético, expresado por él mismo en inglés, a la literatura de Occidente". El jardinero (1913) es uno de sus libros más conocidos.

2

Es de noche, dijo el poeta, y escucho, porque pese a lo tardío de la hora alguien puede llamarme de la aldea.

3

La primera estrella de la noche se desvanece.

Desde el patio de la casa desierta aúllan a coro los chacales a la luz de la luna agotada.

4

Bajo mis árboles fresca es la sombra. Venid, amigos.

5

De noche cantan los grillos en los bosques.¿ Quién es el que llega pausado a mi puerta y llama dulcemente?

6

La sombra de la cercana lluvia está en las arenas, y las nubes cuelgan bajas sobre las azules líneas de los árboles como tu pesado pelo sobre tus cejas.

7

Conozco bien el ritmo de tus pasos, están latiendo en mi corazón.

8

Es oscuro como dormir sin sueños.

9

No pedí nada, me quedé solamente en la cerca del bosque detrás del árbol.

Aún había languidez sobre los ojos de la aurora, y rocío en el aire.

El perezoso olor de la hierba húmeda colgaba de la delgada bruma sobre la tierra.

10

Iba yo caminando por el sendero, no sé por qué, cuando el mediodía había pasado y las ramas del bambú susurraban en el viento.

Las alargadas sombras se agarraban con sus brazos extendidos a los pies de la luz que corría presurosa.

11

La luz cae gris sobre los solitarios prados y los aldeanos esperan en la orilla de la balsa.

12

Este amor entre tú y yo es sencillo como una canción.

13

Las nubosas noches de julio son oscuras;  el cielo es en otoño de un azul suave; los días de primavera están inquietos con el viento del sur.

14

Las horas matinales pasan, fluye la oscura agua.

Las ondas están sonriendo y susurrándose unas a otras en puro pasatiempo ocioso.

Las nubes errantes se congregan en el filo del cielo sobre aquella elevación del paisaje.

Se demoran y miran a tu cara y sonríen en puro pasatiempo ocioso.

15

La noche es profunda, la casa está silente, los nidos de los pájaros están amortajados con sueño.

16

Frágil es el placer como una gota de rocío que mientras ríe muere.

17

El loto florece a la vista del sol, y pierde cuanto tiene. No querría quedarse en capullo en la eterna bruma del invierno.

18

Tus inquisitivos ojos están tristes. Tratan de saber mi designio como la luna querría penetrar el mar.

19

La noche es oscura. Entre nubes se han perdido las estrellas. El viento está suspirando entre las hojas.

20

Mi corazón, pájaro del desierto, ha encontrado su cielo en tus ojos.

21

La suprema sabiduría es estar borracho y arruinado.

22

Que se convierta el amor en recuerdo y el dolor en canciones.

23

Nadie vive por siempre, hermano, y nada dura. Guarda esto en tu mente y alégrate.

24

A menudo me pregunto dónde yacen ocultos los límites de reconocimiento entre el hombre y el animal cuyo corazón no entiende ningún lenguaje hablado.

 

 

 

 

 

viernes, 30 de octubre de 2020

RELATO DE UN NÁUFRAGO

 


RELATO DE UN NÁUFRAGO DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (1970)

Hay párrafos llenos de ternura que demuestran la compasión del hombre por los animales y la de los animales por los hombres.

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Esta es la increíble historia de Luis Alejandro Velasco, un náufrago que sobrevive diez días en el mar, sin comer ni beber , luego de que el   28 de febrero de 1955 un accidente en el destructor “Caldas” lo arrojó al océano junto a siete compañeros más de la tripulación. Fue el único sobreviviente. El relato se publicó por entrega y luego en forma de libro. Esta historia es un verdadero ejemplo de singular heroísmo, una oda a la fe, un canto a la esperanza ilimitada que debemos tener siempre ante las circunstancias más adversas. Un amigo me dice: Cuando tengo un problema pienso que es nada en comparación con lo debió sufrir Velasco. He aquí el uso práctico de una lectura. Relato de un náufrago es una crónica periodística transformada en pieza literaria. Gabriel García Márquez dice del náufrago:” Tenía un instinto excepcional del arte de narrar, una capacidad de síntesis y una memoria asombrosa. Nos pareció justo, que acordamos escribirlo en primera persona y firmado por él. Por fortuna hay libros que no son de quien los escribe sino de quien los sufre,  y este es uno de ellos”.

2

El náufrago sobrevivió a los vaivenes del mar, a la intemperie, al acecho de los tiburones, a una herida en una pierna, al cansancio y la agotadora falta de sueño con sus alucinaciones peligrosas y sus espejismos trastocadores de la realidad, al hambre y la sed que calmó peligrosamente consumiendo agua de mar . En diez días sólo comió algunos pedazos de una pequeña gaviota con grandes remordimientos de conciencia, unos trozos de pescado que no sabía si era venenoso por sus colores resaltantes y que luego un tiburón le arrebató, y una raíz de una planta desconocida que una ola trajo hasta su balsa. Vio ahogarse a tres de sus compañeros sin poder hacer nada. Imploró a la divinidad por su vida en el momento cuando sus familiares oraban porque su alma descansara en paz; es decir,  rezó en su propio novenario sin saberlo. Al final, cuando se preparaba para morir , vio tierra , pero pensó que era otra alucinación.

3

Hay párrafos llenos de ternura que demuestran la compasión del hombre por los animales y la de los animales por los hombres. Una vieja gaviota lo acompaña al final de su travesía, tiene muchas hambre, pero recuerda las palabras de uno de sus jefes sobre que “es una infamia matar a una gaviota porque ella la prueba de la cercanía de la tierra”. “La vieja gaviota se acercó a picotearme la cabeza. No me hacía daño. Me picoteaba suavemente, sin maltratarme el cuero cabelludo. Parecía como si estuviera acariciándome”. La capturó, tenía hambre  “pero no pensaba saciarla en aquel animal amigo,  que  me había acompañado durante toda la noche, sin hacerme dañoa las primeras horas del día vi sus ojos,  transparentes  y asustados.  Aunque en algún momento hubiera pensado en descuartizarla, al ver sus enormes ojos tristes hubiera desistido de mi propósito. Entonces solté a mi prisionera, que sacudió la cabeza y salió disparada hacia el cielo. Un momento después se había incorporado a la bandada”.

4

Cuando alcanzó la costa a nado y luego de ser descubierto por gente que le ayudó, se tiró al suelo. Estaba exhausto, herido y hambriento. Un perro se le acercó meneando la cola. Le lamió la cara y las heridas antes de acostarse a su lado.

martes, 20 de octubre de 2020

LA HOJARASCA

 


LA HOJARASCA (1955)

 

1

La hojarasca es el debut de Gabriel García Márquez como novelista . En esta obra por primera vez se menciona a Macondo y también al coronel Aureliano Buendía, en un claro proyecto literario de largo aliento en que trata de emular a su más admirado escritor, William Faulkner, y su condado ficticio Yoknapatawpha.

2

Toda la trama gira en torno a un médico misterioso quien una vez se negó a atender a unos heridos. Esto le valió el repudio y la amenaza de los pobladores de no darle sepultura cuando le llegara la hora. Y la hora le llegó al médico por su propia mano: se suicidó.

3

“Macondo fue un pueblo atropellado por un grupo de bárbaros armados; un pueblo empavorecido que enterraba a sus muertos en la fosa común, alguien debió de recordar que en esta esquina había un médico. Entonces fue cuando pusieron las parihuelas contra la puerta, y le gritaron (porque no abrió; habló desde adentro); le gritaron: “Doctor, atienda a estos heridos que ya los otros médicos no dan abasto”, y él respondió: “Llévenlos a otra parte, yo no sé nada de esto”; y le dijeron: “Usted es el único médico que nos queda. Tiene que hacer una obra de caridad”; y él respondió (y tampoco abrió la puerta), imaginado por la turbamulta en la mitad de la sala, la lámpara en alto, iluminados los duros ojos amarillos: “Se me olvidó todo lo que sabía de eso. Llévenlos a otra parte”, y siguió (porque la puerta no se abrió jamás) con la puerta cerrada, mientras hombres y mujeres de Macondo agonizaban frente a ella. La multitud habría sido capaz de todo esa noche. Se disponían a incendiar la casa y reducir a cenizas a su único habitante…Mientras el rencor crecía, se ramificaba, se convertía en una virulencia colectiva, que no daría tregua a Macondo.” Los vecinos juraron dejar su cadáver insepulto.

4

El viejo coronel , su hija y el nieto piensan en torno al féretro. Cada uno tiene su monólogo interior joyceano. Ven la realidad desde sus perspectivas peculiares. Gabriel García Márquez afirma en “Vivir para contarla” (2002) que como reportero había constatado las contradicciones en las versiones de los distintos testigos presenciales de un suceso. Eso acontece ahora en el cuarto fúnebre. Todos tienen sus propios recuerdos y reflexiones. El médico español José Letamendi dijo: “Quien no filosofa ante un cadáver no tiene entendimiento”. Charles Bukowski lo expresó de otra manera, pero con igual contundencia: “Los funerales hacen ver mejor las cosas”. (Cartero, 1971)

5

La hojarasca es la debacle y el odio en Macondo bajo la acción deletérea de la compañía bananera: “Hace diez años, cuando sobrevino la ruina, el esfuerzo colectivo de quienes aspiraban a recuperarse habría sido suficiente para la reconstrucción. Habría bastado con salir a los campos estragados por la compañía bananera; limpiarlos de maleza y comenzar otra vez por el principio. Pero a la hojarasca la habían enseñado a ser impaciente; a no creer en el pasado ni en el futuro. Le habían enseñado a creer en el momento actual y a saciar en él la voracidad de sus apetitos. Poco tiempo se necesitó para que nos diéramos cuenta de que la hojarasca se había ido y de que sin ella era imposible la reconstrucción. Todo lo había traído la hojarasca y todo se lo llevó la hojarasca.”

 

6

El coronel quiere enterrar el cadáver de su amigo médico; Isabel, la hija teme la acción de los vecinos opuestos al entierro; y el nieto piensa en la muerte. Los tres son el tiempo en sendas dimensiones, y también la triada nitzschetiana de las transformaciones espirituales  (Así habló Zaratustra, 1883): -coronel (camello) es la costumbre, la hija (el león) es la inconformidad con una vida que siente como ajena porque el padre la ha obligado a asistir al velorio contra su voluntad, el espíritu que busca la libertad; mientras que el nieto (niño) es la esperanza , la renovación, la creatividad.

7

El tema sobre negación de la sepultura a un personaje polémico es una reminiscencia de la tragedia de Sófocles llamada Antígona (441 a. C) donde el rey Creonte prohíbe sepultar a Polinices.

8

Algunas frases:

-Créame que no soy ateo...Lo que sucede es que me desconcierta tanto pensar que Dios existe, como pensar que no existe. Entonces prefiero no pensar en eso.

-Con los jazmines sucede lo mismo que con las personas, que salen a vagar de noche después de muertas.

- Nada en este mundo debe ser más tremendo que los escombros de un hombre.

8

Los entresijos de La hojarasca:

En Vivir para contarla Gabriel García Márquez narra todas las dificultades y vicisitudes relacionadas con su primera novela. Cuando la estaba terminando hacía planes para su publicación en diferentes editoriales. La escritura de la obra lo trastornaba: la revisaba y la reescribía constantemente; incluso pensó en no publicarla. “En el futuro, aquello sería una manía. Una vez que me sentía satisfecho con un libro terminado, me quedaba la impresión desoladora de que no sería capaz de escribir otro mejor”. Envió el original de La hojarasca a la Editorial Losada de Buenos Aires, pero fue rechazada con la acotación de que “hay que reconocerle al autor sus excelentes dotes de observador y de poeta”.  Gabo decidió  “aprovechar lo que me fuera útil del veredicto, corregir todo lo corregible según mi criterio y seguir adelante”

Los amigos consolaron a Gabo con el argumento de que esa editorial había rechazado también Residencia en la tierra de Pablo Neruda. Su amigo Alfonso Fuenmayor le dijo:

.—Así que no joda más. Su novela es tan buena como ya nos pareció, y lo único que usted tiene que hacer desde ya es seguir escribiendo.

“Entonces emprendí una nueva corrección sobre las conclusiones de mis amigos. Eliminé un largo episodio de la protagonista que contemplaba desde el corredor de las begonias un aguacero de tres días, que más tarde convertí en el “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”. Eliminé un diálogo superfluo del abuelo con el coronel Aureliano Buendía poco antes de la matanza de las bananeras, y unas treinta cuartillas que entorpecían de forma y de fondo la estructura unitaria de la novela. Casi veinte años después, cuando los creía olvidados, partes de esos fragmentos me ayudaron a sustentar nostalgias a lo largo y lo ancho de Cien años de soledad”.

 

 

 

 

miércoles, 9 de septiembre de 2020

EL REALISMO SUCIO


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ELEMENTOS DE VERSOTERAPIA


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sábado, 5 de septiembre de 2020

LAZO MARTÍ

 


 

 NOSTALGIA POR EL PAPEL Y LA TINTA

(“No he sufrido nunca una pena que una hora de lectura no me haya quitado”. Montesquieu)

 

LIBROS GUARIQUEÑOS

PARA CONOCER A FRANCISCO LAZO MARTÍ

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Para conocer a Francisco Lazo Martí (1996), pertenece a Argenis Rodríguez, el más notable de los escritores guariqueños de todos los tiempos. La portada la hizo el insigne pintor guariqueño Abilio Briceño. En ese ensayo Rodríguez retrata al poeta del llano en su dimensión humana. Nos habla del Lazo Martí de carne y hueso, sus antepasados y su labor como médico. Se nos ocurre que es la única manera de conocer al bardo calaboceño.

2

 Argenis Rodríguez nos habla de la conducta intima de nuestro personaje:  “Nos enteramos que al padre de Lazo Martí lo llamaban El enigmático.  Nunca entraba a la habitación de su esposa sin antes llamar a la puerta y preguntar si podía entrar.  Era gentil y con gallardía le preguntaba a Margarita:

¿Podré entrar?

Y la mujer se desnudaba en la oscuridad y nunca se dejaba ver ni tocar por el mismo esposo.  Bien porque ella quisiera que fuera así o porque el marido veía en el deseo un desorden espiritual del mismo Satanás.  De los padres de Lazo Martí podemos afirmar que todo ocurrió así.  No del médico de quien se dice, antes de volver a casarse en Puerto Nutrias, tuvo un hijo natural”.

3

 Rodríguez afirma que Lazo Martí como médico no cobraba a sus pacientes y le regalaba dinero para comprar las medicinas. Por eso tuvo que buscar otras formas de subsistencia y administra una cuerda de gallos de peleas y vende tabaco. En Puerto de Nutrias instala una pulpería y vende papelón, queso, panelas, frutos de la tierra, tabaco en rama y café.

4

Lazo leyó a Peonía, de Manuel Vicente Romero García. Esta primera novela en la literatura venezolana le acusó gran impresión. Pancho Lazo era sobrio y vestía bien. Apostaba a los gallos y jugaba a los dados , pero no era hombre de chistes ni de guasa. Sus estudios , que realizó todos en Calabozo, además de la medicina, comprendieron idiomas como el francés y el alemán, geometría, trigonometría, topografía, algebra, historia y filosofía. En los tranqueros se sentaba a conversar con los llaneros y se le oía hablar sobre la sabana y sus encantos.

5

 El telegrafista Cosme García una vez intentó matarlo de un disparo, pero del asunto se sabe poco. Algo curioso fue la muerte de su pequeña hija Rosalvina, quien murió de un ataque de risa cuando la aya le hizo cosquillas sin parar.

6

 Como guerrillero Lazo fue crespista. Nunca estuvo de acuerdo con la guerra y su participación en campañas militares fue como médico. Llamaba “chusma” a los que robaban y cometían pillaje en nombre de la revolución.

7

 En agosto de 1913 sus restos fueron trasladados a la Catedral de Calabozo. En 1982, durante la administración de Luis Herrera Campins, sus huesos fueron llevados al Panteón Nacional.

 

 

 

 

miércoles, 26 de agosto de 2020

LIBROS GUARIQUEÑOS: EL SABIO TORREALBA.

 


NOSTALGIA POR EL PAPEL Y LA TINTA

(“Vivir, sin duda, es más importante que leer, pero leer ayuda a vivir en plenitud, contribuye a hacer la vida más hermosa, más amplia, más generosa”. Luis Beltrán Prieto Figueroa.)

 

LIBROS GUARIQUEÑOS

EL SABIO TORREALBA

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

“El sabio Torrealba” se publicó en 1996 . La selección de textos la hizo el doctor Adolfo Rodríguez;  la presentación, el doctor Rafael Emilio Silveira; y el prólogo, este servidor. En el libro se habla del nacimiento del insigne médico guariqueño, doctor José Francisco Torrealba, en el hato San Roque, en las cercanías de Santa María de Ipire, Estado Guárico ,el 16 de junio de 1896. Hay una descripción del ambiente natural que lo rodeó en su infancia, el cual predispuso su espíritu para desarrollar la imaginación y el sentido de la curiosidad creativa. Se habla también de su actividad como médico rural, profesional e investigador de muchas enfermedades en el llano venezolano.

2

Muy interesante resulta el capítulo sobre su biblioteca personal, por cuanto nos enseña que Torrealba fue un médico- filósofo, no sólo por su modo de pensar ante el paciente y su tragedia, su estilo peculiar como científico y humanista, su sensibilidad social y su actitud general ante la vida; sino también por sus conocimientos enciclopédicos. Leía a Rousseau, Pascal, Montesquieu, Tomás Moró, Nietzsche, Ingenieros, Unamuno, etc., pensando tal vez como Letamendi, quien dijo que el médico que sólo sabe de medicina ni de medicina sabe.

3

El libro ha resultado en ser la única biografía genuinamente guariqueña sobre el sabio santamarieño, muy útil para las generaciones de estudiantes y lectores en general; pero especialmente de galenos que se gestan en las aulas de nuestras escuelas médicas.

miércoles, 22 de julio de 2020

LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA


SOBRE LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA DE HERÓDOTO

(Versión breve)


Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1
Se considera que Heródoto de Halicarnaso (484 - 425 a. C) es el padre de la Historiografía con su libro “Los nueve libros de la Historia” (430 a. C), donde narra las guerras entre los griegos y los persas (Guerras Médicas) y la vida de los antiguos egipcios. Habla de Ciro II el Grande, Darío I y Cambises II. Heródoto explica que su tarea consiste en escribir para contrarrestar la acción del olvido con respecto a muchos hechos sobre los cuales tuvo conocimiento, y de esta manera inaugura una nueva ciencia: la Historia.
2
La Historia de Heródoto es también un libro de viajes con descripciones de ciudades, pobladores, costumbres y tradiciones. Heródoto observa, indaga y obtiene información de la gente, cita textos de autores que le precedieron, hace análisis y comparaciones.
3
Los sueños y la realidad se confunden. Hay intérpretes de los cuadros oníricos, oráculos y pitias. Los dioses se manifiestan para cambiar el rumbo del accionar humano. Los encantamientos y la hechicería son parte de la cotidianidad y se hace efectiva para cambiar causas y destinos. Heródoto no siempre acepta las explicaciones mitológicas de los acontecimientos y se conforma con citarlos, acotando que ciertos hechos prodigiosos son simples leyendas: hombres con un solo ojo en la frente o en el pecho. Otros que nacen calvos y así serán toda la vida. Otros más, no hablan, sino que chillan como murciélagos. Los lotófagos de la Odisea viven en Libia. En el reino animal hay unicornios, burros con cuernos y ratones con dos patas. Ríos que se forman repentinamente para auxiliar a los sedientos, y otros que desaparecen cuando miles de soldados beben de sus lechos y sus caballos abrevan. Heródoto es uno de los primeros creadores del realismo mágico y de la historia fabulada.
4
La lectura de los interminables libros de Heródoto se me hizo muy amena porque imaginé que mi abuela Matilde me contaba cuentos. Es tan fantástico como leer el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Al fin y al cabo, en la Unión Soviética los textos sagrados del judaísmo y el cristianismo eran publicados con el modestísimo y atractivo nombre de Cuentos de la Biblia. A los jerarcas soviéticos se les puede imprecar de ser ateos, pero es innegable su tino a la hora de precisar un género literario.
5
Cada libro está dedicado a una musa, a unos acontecimientos realmente históricos y a otros emanados de la ficción. Eso está en Wikipedia y otros muchos portales. Yo me referiré a lo que me llamó la atención como médico o como simple lector curioso.
Libro I:
Caudalismo:
Heródoto habla de Candaules y Giges. El primero dio nombre al candalismo: excitación de ver a la pareja exponerse sexualmente, desnudarse o realizar actos sexuales con otra persona; mientras que el segundo es usado por Platón en su República para ilustrar los poderes de un anillo que hacía invisible a su poseedor.
Los enfermos consultan a los que padecieron el mal para copiar el tratamiento.
En Babilonia y otros pueblos hay una ley relacionada con la medicina que a Heródoto le parece discreta:  Cuando uno está enfermo, le sacan a la plaza, donde consulta sobre su enfermedad con todos los concurrentes, porque entre ellos no hay médicos. Si alguno de los presentes padeció la misma dolencia o sabe que otro la haya padecido, manifiesta al enfermo los remedios que se emplearon en la curación, y le exhorta a ponerlos en práctica. No se permite a nadie que pase de largo sin preguntar al enfermo el mal que lo aflige.
Ciro el Grande bebe sangre después de muerto.
Ciro el Grande quiere la sangre de los masagetas, dirigidos por la reina Tomiris. Van a la guerra y Ciro es muerto en combate. Tomiris corta su cabeza y la sumerge en una tinaja con sangre para satisfacer los deseos del persa.
Libro II:
En una parrillada en Egipto mostraban un ataúd para recordar lo que  nos espera.
En los convites que se dan entre la gente rica y regalada se guarda la costumbre de que acabada la comida pase uno alrededor de los convidados, presentándoles en un pequeño ataúd una estatua de madera de un codo o de dos a lo más, tan perfecta, que en el aire y color remeda al vivo un cadáver, y diciendo de paso a cada uno de ellos al presentársela y enseñarla: “¿No le ves? mírale bien: come y bebe y huelga ahora, que muerto no has de ser otra cosa que lo que ves.” Comentario: una vez asistí a un banquete donde las carnes eran asadas sobre una parrillera en forma de féretro.
Libro III
Hormigas del tamaño de un perro extraen oro en vez de arena.
Otra nación de indios se halla fronteriza a la ciudad de Caspatiro y a la provincia Pactica, y situada hacia el Bóreas al Norte. Estos pueblos roban el oro a unas hormigas   de tamaño poco menor que el de un perro y mayor que el de una zorra, de las cuales cazadas y cogidas allí se ven algunas en el palacio del rey de Persia. Al hacer estos animales su hormiguero o morada subterránea, van sacando la arena a la superficie de la tierra, como lo hacen en Grecia nuestras hormigas, a las que se parecen del todo en la figura. La arena que sacan es oro puro molido, y por ella van al desierto los indios señalados.
Libro IV.
Dolor de madre.
Cuando Heródoto habla del mal de madre se refiere al dolor del útero y de los ovarios.
Beber la sangre del enemigo. Cráneos y piel humana para fabrican utensilios.
 Acerca de sus usos y conducta en la guerra, el escita bebe luego la sangre al primer enemigo que derriba, toma su cráneo y lo prepara como vaso para beber. Además, corta su piel, “ya que el cuero humano, recio y reluciente, sin duda adobado saldría más blanco y lustroso que ninguna de las otras pieles”.
Libro V         
Llorar al recién nacido y alegrarse cuando alguien muere.
Llevo dicho de antemano qué modo de vivir siguen los Getas atanizontes (o defensores de la inmortalidad). Los Trausos, si bien imitan en todo las costumbres de los demás tracios, practican no obstante sus usos particulares en el nacimiento y en la muerte de los suyos; porque al nacer alguno, puestos todos los parientes alrededor del recién nacido, empiezan a dar grandes lamentos, contando los muchos males que lo esperan en el discurso de la vida, y siguiendo una por una las desventuras y miserias humanas; pero al morir uno de ellos, con muchas muestras de contento y saltando de placer y alegría, le dan sepultura, ponderando las miserias de que acaba de librarse y los bienes de que empieza a verse colmado en su bienaventuranza.
Libro VI.
Caballos que bailan.
Los sibaritas provenían de Sibaris, una ciudad griega. Eran dados al lujo y al ocio. Sus caballos bailaban al son de la música. Cuando los sibaritas se enfrentaron a la ciudad de Crotona, ésta contrató músicos que en plena batalla hicieron tocar sus instrumentos, por lo que los caballos de los sibaritas se pusieron a bailar y fueron fácil presa de sus enemigos, que destruyeron la ciudad.
Libro VII.
Los sueños.
Esto de soñar no es cosa del otro mundo. ¿Queréis que yo, que en tantos años os aventajo, os diga en qué consisten esos sueños que van y vienen para la gente dormida? Sabed que las especies de lo que uno piensa entre día esas son las que de noche comúnmente nos van rodando por la cabeza.
El alma está en los oídos.
En los oídos mismos reside el alma, la cual, cuando se habla bien, da parte de su gusto a todo el cuerpo, y cuando mal, se entumece e irrita.
Jerjes, uno de los primeros nihilistas.
Jerjes: “Al contemplar mi armada me ha sobrecogido un afecto de compasión, doliéndome de lo breve que es la vida de los mortales, y pensando que de tanta muchedumbre de gente ni uno sólo quedará al cabo de cien años”.
Libro VIII
¡Cuidado con los enemigos virtuosos!
Entretanto, ciertos aventureros naturales de Arcadia, pocos en número, faltos de medios y deseosos de tener a quien servir para ganarse la vida, se pasaron a los persas. Conducidos a la presencia del rey, preguntáronles los persas, llevando uno la voz en nombre de todos, qué era lo que entonces estaban haciendo los griegos. Respondieron ellos que celebraban los juegos olímpicos, habiendo concurrido a los certámenes gímnicos y corridas de caballos. Preguntó el persa cuál era el premio propuesto por cuyo goce contendían, a lo que respondieron que la presea consistía en una corona de olivo que allí se daba .Entonces fue cuando oyendo esto Tritantegmes, hijo de Artabano, prorrumpió en un dicho finísimo, si bien le costó ser tenido del rey por traidor y cobarde; pues informado de que el premio, en vez de dinero, era una guirnalda, no pudo contenerse sin decir delante de todos: —“Bravo, Mardonio, ¿contra qué especie de hombres nos sacas a campaña, que no se las apuestan sobre quién será más rico, sino más virtuoso?”.
Libro IX
La muerte de Masistes
Esto cuerpo, al que se agregó una partida de ballesteros, fue entre todos los griegos que se hallaban presentes el que quiso, apostado en Eritras, relevar a los megarenses. Emprendida de nuevo la acción, duró por algún tiempo, terminando al cabo del siguiente modo: Acaeció que peleando sucesivamente por escuadrones la caballería persiana, habiéndose adelantado a los demás el caballo en que montaba Masistio, fue herido en un lado con una saeta. El dolor de la herida hízole empinar y dar con Masistio en el suelo. Corren allá los atenienses, y apoderados del caballo logran matar al general derribado, por más que procuraba defenderse, y por más que al principio se esforzaban en vano en quitarle la vida. La dificultad provenía de la armadura del general, quien, vestido por encima con una túnica de grana, traía debajo una loriga de oro de escamas, de donde nacía que los golpes dados contra ella no surtiesen efecto alguno. Pero notado esto por uno do sus enemigos, metióle por un ojo la punta de la espada, con lo cual, caído luego Masistio, al punto mismo espiró.










miércoles, 15 de julio de 2020

LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA


SOBRE LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA DE HERÓDOTO

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1
Se considera que Heródoto de Halicarnaso (484 - 425 a. C) es el padre de la Historiografía con su libro “Los nueve libros de la Historia” (430 a. C), donde narra las guerras entre los griegos y los persas (Guerras Médicas) y la vida de los antiguos egipcios. Habla de Ciro II el Grande, Darío I y Cambises II. Heródoto explica que su tarea consiste en escribir para contrarrestar la acción del olvido con respecto a muchos hechos sobre los cuales tuvo conocimiento, y de esta manera inaugura una nueva ciencia: la Historia.
2
La Historia de Heródoto es también un libro de viajes con descripciones de ciudades, pobladores, costumbres y tradiciones. Heródoto observa, indaga y obtiene información de la gente, cita textos de autores que le precedieron, hace análisis y comparaciones.
3
Los sueños y la realidad se confunden. Hay intérpretes de los cuadros oníricos, oráculos y pitias. Los dioses se manifiestan para cambiar el rumbo del accionar humano. Los encantamientos y la hechicería son parte de la cotidianidad y se hace efectiva para cambiar causas y destinos. Heródoto no siempre acepta las explicaciones mitológicas de los acontecimientos y se conforma con citarlos, acotando que ciertos hechos prodigiosos son simples leyendas: hombres con un solo ojo en la frente o en el pecho. Otros que nacen calvos y así serán toda la vida. Otros más, no hablan, sino que chillan como murciélagos. Los lotófagos de la Odisea viven en Libia. En el reino animal hay unicornios, burros con cuernos y ratones con dos patas. Ríos que se forman repentinamente para auxiliar a los sedientos, y otros que desaparecen cuando miles de soldados beben de sus lechos y sus caballos abrevan. Heródoto es uno de los primeros creadores del realismo mágico y de la historia fabulada.
4
La lectura de los interminables libros de Heródoto se me hizo muy amena porque imaginé que mi abuela Matilde me contaba cuentos. Es tan fantástico como leer el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Al fin y al cabo, en la Unión Soviética los textos sagrados del judaísmo y el cristianismo eran publicados con el modestísimo y atractivo nombre de Cuentos de la Biblia. A los jerarcas soviéticos se les puede imprecar de ser ateos, pero es innegable su tino a la hora de precisar un género literario.
5
Cada libro está dedicado a una musa, a unos acontecimientos realmente históricos y a otros emanados de la ficción. Eso está en Wikipedia y otros muchos portales. Yo me referiré a lo que me llamó la atención como médico o como simple lector curioso.
6
Libro I:

1.      Heródoto habla de Candaules y Giges. El primero dio nombre al candalismo: excitación de ver a la pareja exponerse sexualmente, desnudarse o realizar actos sexuales con otra persona; mientras que el segundo es usado por Platón en su República para ilustrar los poderes de un anillo que hacía invisible a su poseedor.
2.      En Babilonia y otros pueblos hay una ley relacionada con la medicina que a Heródoto le parece discreta:  Cuando uno está enfermo, le sacan a la plaza, donde consulta sobre su enfermedad con todos los concurrentes, porque entre ellos no hay médicos. Si alguno de los presentes padeció la misma dolencia o sabe que otro la haya padecido, manifiesta al enfermo los remedios que se emplearon en la curación, y le exhorta a ponerlos en práctica. No se permite a nadie que pase de largo sin preguntar al enfermo el mal que lo aflige.
3.      Ciro el Grande quiere la sangre de los masagetas, dirigidos por la reina Tomiris. Van a la guerra y Ciro es muerto en combate. Tomiris corta su cabeza y la sumerge en una tinaja con sangre para satisfacer los deseos del persa.
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Libro II:
1.      En un nomo o pueblo de Egipto sucedió en los días de Heródoto “la monstruosidad de juntarse en público un cabrón con una mujer: bestialidad sabida de todos y aplaudida”.
2.       Cuando fallece algún gato de muerte natural, la gente de la casa se rapa las cejas a navaja; pero al morir un perro, se rapan la cabeza entera, y además lo restante del cuerpo.
3.       Los gatos después de muertos son llevados a sus casillas sagradas; y adobados en ellas con sal, van a recibir sepultura en la ciudad de Bubastis. Las perras son enterradas en sagrado en su respectiva ciudad…
4.      Los egipcios son asimismo la gente más hábil y erudita que hasta el presente he podido encontrar. En su manera de vivir guardan la regla de purgarse todos los meses del año por tres días consecutivos, procurando vivir sanos a fuerza de vomitivos y lavativas, persuadidos de que de la comida nacen al hombre todos los achaques y enfermedades. Los que así piensan son por otra parte los hombres más sanos que he visto…
5.      Los cambios de estaciones son las causas de que enfermen los hombres. Por lo común, (los egipcios) no comen otro pan que el que hacen de la escandia, al cual dan el nombre de cytestis. Careciendo de viñas el país, no beben otro vino que la cerveza que sacan de la cebada. De los pescados, comen crudos algunos después de bien secos al sol, otros adobados en salmuera. Conservan también en sal a las codornices, ánades y otras aves pequeñas para comerlas después sin cocer. Las demás aves, como también los peces, los sirven hervidos o asados, a excepción de los animales que reputan por divinos.
6.       En los convites que se dan entre la gente rica y regalada se guarda la costumbre de que acabada la comida pase uno alrededor de los convidados, presentándoles en un pequeño ataúd una estatua de madera de un codo o de dos a lo más, tan perfecta, que en el aire y color remeda al vivo un cadáver, y diciendo de paso a cada uno de ellos al presentársela y enseñarla: “¿No le ves? mírale bien: come y bebe y huelga ahora, que muerto no has de ser otra cosa que lo que ves.” Comentario: una vez asistí a un banquete donde las carnes eran asadas sobre una parrillera en forma de féretro.
7.       Reparten en tantos ramos la medicina, que cada enfermedad tiene su médico aparte, y nunca basta uno solo para diversas dolencias. Hierve en médicos el Egipto: médicos hay para los ojos, médicos para la cabeza, para las muelas, para el vientre; médicos, en fin, para los achaques ocultos.
8.      Sobre el embalsamamiento: Empiezan metiendo por las narices del difunto unos hierros encorvados, y después de sacarle con ellos los sesos, introducen allá sus drogas e ingredientes. Abiertos después los ijares con piedra de Etiopía aguda y cortante, sacan por ellos los intestinos, y purgado el vientre, lo lavan con vino de palma y después con aromas molidos, llenándolo luego de finísima mirra, de casia, y de variedad de aromas, de los cuales exceptúan el incienso, y cosen últimamente la abertura. Después de estos preparativos adoban secretamente el cadáver con nitro durante setenta días, único plazo que se concede para guardarle oculto, luego se le faja, bien lavado, con ciertas vendas cortadas de una pieza de finísimo lino, untándole al mismo tiempo con aquella goma de que se sirven comúnmente los egipcios en vez de cola. Vuelven entonces los parientes por el muerto, toman su momia, y la encierran en un nicho o caja de madera, cuya parte exterior tiene la forma y apariencia de un cuerpo humano, y así guardada la depositan en un aposentillo, colocándola en pie y arrimada a la pared. He aquí el modo más exquisito de embalsamar los muertos.
9.       Ya existía la necrofilia: En cuanto a las matronas de los nobles del país y a las mujeres bien parecidas, se toma la precaución de no entregarlas luego de muertas para embalsamar, sino que se difiere hasta el tercero o cuarto día después de su fallecimiento. El motivo de esta dilación no es otro que el de impedir que los embalsamadores abusen criminalmente de la belleza de las difuntas…
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Libro III
1.      La intrepidez hace ver ejecutadas muchas cosas antes que la razón las mire como posibles.
2.      Otra nación de indios se halla fronteriza a la ciudad de Caspatiro y a la provincia Pactica, y situada hacia el Bóreas al Norte. Estos pueblos roban el oro a unas hormigas   de tamaño poco menor que el de un perro y mayor que el de una zorra, de las cuales cazadas y cogidas allí se ven algunas en el palacio del rey de Persia. Al hacer estos animales su hormiguero o morada subterránea, van sacando la arena a la superficie de la tierra, como lo hacen en Grecia nuestras hormigas, a las que se parecen del todo en la figura. La arena que sacan es oro puro molido, y por ella van al desierto los indios señalados.
3.      Darío tiene una luxación en un pie, y sus médicos no atinan a curarlo. Darío no puede dormir por varias noches por el dolor. El médico más famado de aquel tiempo era Democedes, quien le devolvió la salud al rey, “aplicado remedios y fomentos suaves”.
4.       Entre otras novedades no mucho después de dicha cura, sucedió un incidente de consideración a la princesa Atosa, hija de Ciro y esposa de Darío, a la cual se le formó en los pechos un tumor que una vez abierto se convirtió en llaga, la cual iba tomando incremento. Mientras el mal no fue mucho, la princesa lo ocultaba por rubor sin hablar palabra; mas cuando vio que se hacía de consideración se resolvió llamar a Democedes y hacer que lo viese. El médico le dio palabra de que sin falta la curaría, y la curó.
5.      Cambises sufría de gota coral o morbo sagrado (epilepsia), llamada así por “ser como una gota que cae sobre el corazón”.
6.       El vigor del espíritu crece con la actividad del cuerpo.
7.      La abundancia de bienes engendra insolencia.
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Libro IV.
1.      Cuando Heródoto habla del mal de madre se refiere al dolor del útero y de los ovarios.
2.       Acerca de sus usos y conducta en la guerra, el escita bebe luego la sangre al primer enemigo que derriba, toma su cráneo y lo prepara como vaso para beber. Además, corta su piel, “ya que el cuero humano, recio y reluciente, sin duda adobado saldría más blanco y lustroso que ninguna de las otras pieles”.
3.      Los Nasamones, nación muy numerosa, son los comarcanos de los Ausquisas, tirando hacia Poniente.  Van a caza de langostas, las que muelen después de secas al sol, y mezclando aquella harina con leche se la beben. Es allí costumbre tener cada uno muchas mujeres, haciendo que el uso de ellas sea común a todos, pues del mismo modo que los masagetas, plantando delante de la casa su bastón, están con la que quieren. Acostumbran asimismo que cuando un Nasamon se casa la primera vez, todos los convidados a la boda conozcan aquella primera noche a la novia, y que cada uno de los que la conocieren la regale con alguna presea traída de su casa. En su modo de jurar y adivinar, juran por aquellos hombres que pasan entre ellos por los más justos y mejores de todos, y en el acto mismo de jurar tocan sus sepulcros; adivinan
yendo a las sepulturas de sus antepasados, donde después de hechas sus deprecaciones se ponen a dormir, y se gobiernan por lo que allí ven entre sueños. En sus contratos y promesas usan de la ceremonia de dar el uno de beber al otro con su mano, y tomando mutuamente de él, y si no tienen a punto cosa que beber, tomando del suelo un poco de polvo lo lamen.
4.      Comarcanos de los Macas son los Gindanes, cuyas mujeres llevan cerca de los tobillos sus ligas de pieles, y las llevan, según corre, porque por cada hombre que las goza, se ciñen en su puesto la señal indicada, y la que más ligas ciñe esa es la más celebrada por haber tenido más amantes.
5.      Más allá de la laguna Tritónida, hacia Poniente, ni son ya pastores los Libios, no siguen los mismos usos, ni practican con los niños lo que suelen los Nómadas; pues que éstos, ya que no todos, que no me atrevo a decirlo absolutamente, por lo menos muchísimos de ellos, cuando sus niños llegan a la edad de cuatro años, toman un copo de lana sucia y con ella les van quemando y secando las venas de la coronilla, y algunos asimismo las de las sienes: el fin que en esto tienen es impedir que en toda la vida no les molesten las fluxiones que suelen bajar de la cabeza, y a esto atribuyen la completa salud de que gozan. Y, a decir verdad, son los libios los hombres más sanos que yo sepa; esto afirmo, pero sin atribuirlo a la causa referida. Si acontece que al tiempo de hacer la operación del fuego les den convulsiones a los niños, tienen a mano un remedio eficaz, a saber, echan sobre ellos la orina de un macho cabrío y vedlos ahí sanos; de lo cual tampoco salgo fiador, sino que cuento simplemente lo que dicen.
6.      Pero Feretima no tuvo la dicha de morir bien; pues vengada ya, salida de la Libia, y refugiada en Egipto, enfermó bien presto, de manera que, hirviéndole el cuerpo en gusanos, y comida viva por ellos, acabó mala y desastrosamente sus días, como si los dioses quisieran hacer ver a los hombres con aquel horroroso escarmiento cuán odioso les es el exceso y furor en las venganzas.
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Libro V         
Llevo dicho de antemano qué modo de vivir siguen los Getas atanizontes (o defensores de la inmortalidad). Los Trausos, si bien imitan en todo las costumbres de los demás tracios, practican no obstante sus usos particulares en el nacimiento y en la muerte de los suyos; porque al nacer alguno, puestos todos los parientes alrededor del recién nacido, empiezan a dar grandes lamentos, contando los muchos males que lo esperan en el discurso de la vida, y siguiendo una por una las desventuras y miserias humanas; pero al morir uno de ellos, con muchas muestras de contento y saltando de placer y alegría, le dan sepultura, ponderando las miserias de que acaba de librarse y los bienes de que empieza a verse colmado en su bienaventuranza.

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Libro VI.
1.      Los sibaritas provenían de Sibaris, una ciudad griega. Eran dados al lujo y al ocio. Sus caballos bailaban al son de la música. Cuando los sibaritas se enfrentaron a la ciudad de Crotona, ésta contrató músicos que en plena batalla hicieron tocar sus instrumentos, por lo que los caballos de los sibaritas se pusieron a bailar y fueron fácil presa de sus enemigos, que destruyeron la ciudad.
2.      No hallaron los Milesios en su desventura recibida de manos de los persas la debida compasión y correspondencia en los Sibaritas que habitan al presente las ciudades de Leo y de Seidro, después que fueron privados de su antigua patria, la ciudad misma de Sibaris; pues habiendo sido ésta tomada por los de Crotona tiempos atrás, mostraron tanta pena los Milesios de aquella desventura, que los adultos todos se cortaron el pelo, siendo dichas ciudades las más amigas y las más unidas en buenos oficios de cuantas tenga yo noticia hasta aquí. Muy diferentemente obraron en este punto los de Atenas, quienes, además da otras muchas pruebas de dolor que les causaba la pérdida de Mileto, dieron una muy particular en la representación de un drama compuesto por Frínico, cuyo asunto y título era la toma de Mileto; pues no sólo prorrumpió en un llanto general todo el teatro. sino que el público multó al poeta en mil dracmas por haberle renovado la memoria de sus males propios, prohibiendo al mismo tiempo que nadie en adelante reprodujera semejante drama.
3.      Hallábase, pues, en Egina Cleomenes, como antes iba diciendo, empleado en procurar el bien común de la Grecia, y Demarato en tanto le estaba malamente calumniando en Esparta, no tanto por favorecer a los eginetas, como por el odio y envidia que le tenía. Pero vuelto de Egina Cleomenes, llevado de espíritu de venganza, maquinó el medio cómo privar del reino a Demarato, contra quien intentó la acción que voy a referir. Siendo Ariston rey de Esparta y viendo que de ninguna de dos mujeres que tenía le nacían hijos, se casó con una tercera de un modo muy singular. Un gran amigo de Ariston, de quien él se servía más que de ningún otro espartano, tenía a dicha por esposa una mujer la más hermosa de cuantas en Esparta se conocían, y era lo más notable que había venido a ser la más hermosa después de haber sido la más fea del mundo, mudanza que sucedió en estos términos: viendo el ama de la niña cuán deforme era su cara, y compadecida por una parte de que siendo hija de una casa tan rica y principal fuese desgraciada, y por otra de la pena que en ello recibían sus padres, empezó a cargar mucho la consideración sobre cada cosa de las referidas, y para remediarlas tomó la resolución de ir todos los días con la niña fea al templo de Helena en Esparta, situado en un lugar que llaman Terapua, más arriba de Febeo. Lo mismo era llegar el ama con su niña, que presentarse delante de aquella estatua y suplicar a la diosa Helena que tuviese a bien librar a la pobre niña de aquella fealdad. Es fama que al volverse un día del templo se apareció al ama cierta mujer y le preguntó qué era lo que en brazos tenía; dícele el ama que tenía en ellos una niña, y la mujer le pide que se la deje ver. Resistíase el ama, dando por razón que de orden de los padres de la niña a nadie podía enseñarla; pero como la mujer porfiase siempre en verla, vencida por fin el ama de la instancia que le hacía, se la enseñó. Ve la mujer a la niña, y pasándole la mano por la cara y cabeza, iba diciendo que sería la más bella de las mujeres de Esparta. ¡Cosa extraña! Desde aquel punto fue poniéndosele otro el semblante. A esta niña, pues, cuando hubo llegado a la flor de su edad, tomóla por mujer Aleto, hijo de Alcides, aquel amigo de Ariston a quien antes aludía.
4.      He aquí lo sucedido en la causa de deposición del trono contra Demarato, quien después, por motivo de una nueva afrenta que se le hizo, huyendo de Esparta se refugió a la corte de los medos, porque depuesto ya de su dignidad, fue después nombrado para un empleo, que era la presidencia de una danza de niños. Sucedió que estando Demarato viendo y presidiendo aquella función en tiempo de las Gimnopedias (juegos públicos de niños desnudos).
5.      …Pues las mujeres paren unas a los nueve, otras a los siete meses, no esperando siempre a que se cumplan los diez, y yo cabalmente parí sietemesino…
6.      Informados en tanto los lacedemonios del manejo de Cleomenes y temerosos de lo que de allí podría resultarles, llamáronle a Esparta con la promesa de mantenerle en la posesión de sus antiguos derechos a la corona. Apenas volvió allá Cleomenes, cuando se apoderó de él, algo propenso de antes a la demencia, una locura declarada, pues apenas encontraba entonces con algún espartano, dábale luego en la cara con el cetro; de suerte que sus mismos parientes, viendo que se propasaba a tales extremos de locura, le ataron a un cepo. Preso allí, cuando vio que un hombre solo le estaba guardando, pidióle que le diese su sable, y si bien el guardia se lo negó al principio, oídos con todo el castigo con que le amenazaba para algún día, dióselo al cabo de puro miedo; ni es de admirar que temiera siendo uno de los Ilotas. El furioso Cleomenes, al verse con la cuchilla en la mano, empezó por sus piernas una horrorosa carnicería, haciendo desde el tobillo hasta los muslos unas largas incisiones; continuólas después del mismo modo desde los muslos hasta las ijadas y lomos, ni paró hasta acabar consigo llevando su destrozo sobre el vientre. Así murió Cleomenes con fin tan desastrado, bien fuese aquel un castigo del soborno con que cohechó a la Pitia en la causa de Demarato, como dicen muchos griegos; bien fuese en pena de haber talado el bosque sacro de las diosas, cuando acometió contra Eleusina, como aseguran solos los atenienses; bien fuese aquella la paga de la violación del templo de Argos, de donde sacó a los argivos refugiados después de la rota del ejército y los hizo pedazos, incendiando al mismo tiempo el bosque sagrado sin el menor escrúpulo ni reparo…
7.      El que conducía a los bárbaros a Maratón era aquel Hipias, hijo de Pisístrato, que la noche antes tuvo entre sueños una visión en que le parecía dormir con su misma madre, de cuyo sueño sacaba por conjetura, que vuelto a Atenas y recobrado el mando de ella, moriría después allí en edad avanzada: tal era la interpretación que daba al sueño. Este, pues, sirviendo de guía a los persas, hizo primeramente pasar luego los esclavos de Eretria a la isla de los Stirios, llamada Egilia; lo segundo señalar a las naves aportadas a Maratón, lugar donde anclasen; lo tercero colocar en tierra a los bárbaros salidos de sus naves. Al tiempo, pues, que andaba en estas providencias, vínole la gana de estornudar y toser con más fuerza de lo que tosía el anciano; y fue tal la tos, que los más de los dientes mal acondicionados se le movieron, y aun hubo uno que le saltó de la boca. Todo fue luego buscar el diente que le había caído en la arena, y como este no pareciese, dio un gran suspiro, diciendo a los que cerca de sí tenía: —“Adiós, amigos; ya rehúsa ser nuestra esta tierra; no podremos, no, otra vez poseerla; lo poco que de ella para mí quedaba, de eso mi diente tomó ya posesión”.
8.      La familia de los Alcmeónidas, si bien desde mucho tiempo atrás era ya distinguida en Atenas, se hizo notablemente más ilustre en la persona de Alcmeón, no menos que en la de Megacles. El caso fue, que cuando los lidios de parte de Creso fueron enviados de Sardes a Delfos para consultar aquel oráculo, no sólo les sirvió en cuanto pudo Alcmeón, hijo de Megacles, sino que se esmeró particularmente en agasajarles. Informado Creso por los lidios que habían hecho aquella romería de cuán bien por su respeto había obrado con ellos Alcmeón, convidóle a que viniera a Sardes, y llegado, le ofreció de regalo tanto oro cuanto de una vez pudiese cargar y llevar encima. Para poderse aprovechar mejor de lo grandioso de la oferta, fue Alcmeón a disfrutarla en este traje: púsose una gran túnica, cuyo seno hizo que prestase mucho dejándolo bien ancho, calzóse unos coturnos los más holgados y capaces que hallar pudo, y así vestido fuese al tesoro real adonde se la conducía. Lo primero que hizo allí fue dejarse caer encima de un montón de oro en polvo, y henchir hasta las pantorrillas aquellos sus borceguíes de cuanto oro en ellos cupo. Llenó después de oro todo el seno; empolvóse con oro a maravilla todo el cabello de su cabeza; llenóse de oro asimismo toda la boca: cargado así de oro iba saliendo del erario, pudiendo apenas arrastrar los coturnos, pareciéndose a cualquier otra cosa menos a un hombre, hinchados extremadamente los mofletes y hecho todo él un cubo. Al verle así Creso no pudo contener la risa, y no sólo le dio todo el oro que consigo llevaba, sino que le hizo otros presentes de no menor cuantía, con lo cual quedó muy rica aquella casa, y el mismo Alcmeón, pudiendo criar sus tiros para las cuadrigas, fue vencedor con ellos en los juegos Olímpicos.
9.      Agarista habiendo casado con Jantipo, hijo de Arifon, tuvo un sueño estando en cinta, en que le pareció que había parido un león; y poco después parió a Pericles, hijo de Jantipo.
10.  Vuelto ya Milcíades de aquella isla, no hablaban de otra cosa los atenienses que de su infeliz expedición; pero quien sobre todos le acriminaba era Jantipo, el hijo de Arifrón, quien inventándole ante el pueblo causa capital, le acusaba por haber engañado a los atenienses. Milcíades no respondió en persona a la acusación, hallándole imposibilitado por causa de su muslo enconado con la herida; pero estando él en cama allí mismo, defendiéronle sus amigos con el mayor esfuerzo, haciendo valer mucho sus servicios en el combate de Maratón, como también en la toma de Lemnos, la cual rindió y cedió a los atenienses, habiéndose vengado de los pelasgos. Absolvióle el pueblo de la pena capital; mas por aquel perjuicio del estado le multó en 50 talentos. Después de este juicio, como se le encancerase y pudriese el muslo, falleció Milcíades, y su hijo Citrión pagó la multa de su padre.

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Libro VII.

1.      Esto de soñar no es cosa del otro mundo. ¿Queréis que yo, que en tantos años os aventajo, os diga en qué consisten esos sueños que van y vienen para la gente dormida? Sabed que las especies de lo que uno piensa entre día esas son las que de noche comúnmente nos van rodando por la cabeza.
2.      En los oídos mismos reside el alma, la cual, cuando se habla bien, da parte de su gusto a todo el cuerpo, y cuando mal, se entumece e irrita.
3.      Jerjes: “Al contemplar mi armada me ha sobrecogido un afecto de compasión, doliéndome de lo breve que es la vida de los mortales, y pensando que de tanta muchedumbre de gente ni uno sólo quedará al cabo de cien años”.
4.      A todo esto, replicóle Jerjes: —“Lo mejor será, Artabano, que, pues nos vemos ahora en el mayor auge de la fortuna, nos dejemos de filosofar acerca de la condición y vida humana tal como la pintas, sin que hagamos otra mención de sus miserias”.
5.      Los hombres nunca saben moderar su ambición poniendo límites a la próspera fortuna.
6.      Vale más que, lleno siempre de ánimo, se exponga uno a que no lo salgan bien la mitad de sus empresas, que no el que lleno siempre de miedo y sin emprender cosa jamás, no tenga mal éxito en nada.
7.      Si uno porfía contra lo que otro dice y no da por su parte una razón convincente que asegure su parecer, éste no se expone menos a errar que su contrario, pues corren los dos parejos en aquello.
8.       Soy de opinión que ningún hombre mortal es capaz de dar un expediente que nos asegure de lo que ha de suceder.
9.      La fortuna por lo común se declara a favor de quien se expone a la empresa, y no de quien en todo pone reparos y a nada se atreve.
10.   Pasado ya todo el ejército, al ir a emprender la marcha, sucedióles un portento considerable, si bien en nada lo estimó Jerjes, y eso siendo de suyo de muy interpretación. El caso fue que de una yegua le nació una liebre, se ve cuán natural era la conjetura de que en efecto conduciría Jerjes su armada contra la Grecia con gran magnificencia y jactancia, pero que volvería pavoroso al mismo sitio y huyendo más que de paso de su ruina. Y no fue sólo este prodigio, pues otro le había ya acontecido hallándose en Sardes, donde una mula parió otra, y ésta monstruo hermafrodita, con las naturas de ambos sexos, estando la de macho sobre la de hembra.
11.  Eran generales de la caballería los dos hijos de Datis, el uno Armamitres y el otro Titeo, habiendo quedado enfermo en Sardes el tercer general, Farnuques, quien al partir de aquella ciudad tuvo una sensible desgracia. Sucedió que al montar a caballo pasó un perro por debajo del vientre de éste; el caballo, que no lo había visto venir, se espantó, y empinándose de repente, arrojó a Farnuques. De la caída se le originó un vómito de sangre que al cabo vino a parar en una tisis. Sus criados en el acto hicieron con el caballo lo que su amo les mandó, llevándolo al mismo lugar en donde arrojó al señor y cortándole las piernas hasta las rodillas. Por este accidente perdió Farnuques su mando de general.
12.  El buen éxito de un negocio depende del buen consejo previo.
13.  El no poder más, puede más que el deber.
14.  Batalla de las Termópilas: En el calor del choque, rotas las lanzas de la mayor parte de los combatientes espartanos, iban con la espada desnuda haciendo carnicería en los persas. En esta refriega cae Leónidas peleando como varón esforzado, y con él juntamente muchos otros famosos espartanos…
15.  Allí murieron peleando estos dos hermanos de Jerjes. Pero muerto ya Leónidas, encendióse cerca de su cadáver la mayor pelea entre persas y lacedemonios, sobre quiénes le llevarían, el cual duró hasta que los griegos, haciendo retirar por cuatro veces a los enemigos, le sacaron de allí a viva fuerza.


13
Libro VIII

1.      Entretanto, ciertos aventureros naturales de Arcadia, pocos en número, faltos de medios y deseosos de tener a quien servir para ganarse la vida, se pasaron a los persas. Conducidos a la presencia del rey, preguntáronles los persas, llevando uno la voz en nombre de todos, qué era lo que entonces estaban haciendo los griegos. Respondieron ellos que celebraban los juegos olímpicos, habiendo concurrido a los certámenes gímnicos y corridas de caballos. Preguntó el persa cuál era el premio propuesto por cuyo goce contendían, a lo que respondieron que la presea consistía en una corona de olivo que allí se daba .Entonces fue cuando oyendo esto Tritantegmes, hijo de Artabano, prorrumpió en un dicho finísimo, si bien le costó ser tenido del rey por traidor y cobarde; pues informado de que el premio, en vez de dinero, era una guirnalda, no pudo contenerse sin decir delante de todos: —“Bravo, Mardonio, ¿contra qué especie de hombres nos sacas a campaña, que no se las apuestan sobre quién será más rico, sino más virtuoso?”.
2.      Por lo común el buen éxito es fruto de un buen consejo, mientras que ni Dios mismo quiere prosperar las humanas empresas que no nacen de una prudente deliberación.
3.       Marchó después Jerjes con mucha prisa la vuelta del Helesponto, habiendo dejado a Mardonio en la Tesalia, y llegó al paso de las barcas al cabo de cuarenta y cinco días, llevando consigo de su ejército un puñado de gente tan sólo por decirlo así. Durante el viaje entero, manteníase la tropa de los frutos que robaba a los moradores del país sin distinción de naciones, y cuando no hallaban víveres algunos, contentábanse con la hierba que la tierra naturalmente les daba, con las cortezas quitadas a los árboles, y con las hojas que iban cogiendo, ya fuesen ellos frutales, ya silvestres; que a todo les obligaba el hambre, sin que dejasen de comer cosa que comerse pudiera. De resultas de esto, iban acabando con el ejército la peste y la disentería que le sobrevino. A los que caían enfermos dejábanlos en las ciudades por donde pasaban, mandándolas que tuviesen cuidado de curarlos y alimentarlos, habiendo asimismo dejado algunos en Tesalia, otros en Siris de la Peonía, y otros en Macedonia finalmente. Antes en su paso hacia la Grecia había dejado el rey en Macedonia la carroza sagrada de Júpiter, y entonces de vuelta no la recobró: habíanla los Peonios dado a los de Tracia, y respondieron a Jerjes que por ella pedía, que aquellos tiros, estando paciendo, habían sido robados por los tracios, que moran vecinos a las fuentes del río Estrimón.
4.       Después que los persas, dejada la Tracia, llegaron al paso del Helesponto, embarcados a toda prisa lo atravesaron hacia Ábidos, no pudiendo pasar por el puente de barcas, que ya no hallaron unidas y firmes, sino sueltas y separadas por algún contratiempo. En los días de descanso que allí tuvieron, como la copia de víveres que lograban fuese mayor que la que en el camino habían tenido, comieron sin regla ni moderación alguna, de cuyo desorden, y de la mudanza de aguas, resultó que moría mucha gente del ejército que había quedado. Los pocos que restaron, en compañía de Jerjes al cabo llegaron a Sardes.
5.      Cuéntase también de otro modo esta retirada, a saber: que después que Jerjes, salido de Atenas, llegó a la ciudad de Eyona, situada sobre el Estrimón, no continuó desde allí por tierra su marcha, sino que encargando a Hidarnes la conducción del ejército al Helesponto, partió para el Asia embarcado en una nave fenicia. Estando, pues, en medio de su viaje, levantósele vehemente y tempestuoso el viento llamado Estrimonias, y fue tanto mayor el peligro de la tormenta, cuanto más cargada y llena iba la nave, sobre cuya cubierta venían muchos persas acompañando a Jerjes. Entonces, entrando el rey en gran miedo, llamando en alta voz al piloto, preguntóle si les quedaba alguna esperanza de vida. —«Una sola queda, señor, díjole el piloto; el ver cómo podremos deshacernos de tanto pasajero como aquí viene.» Oído esto, pretenden que dijese Jerjes: —«persas míos, esta es la ocasión en que alguno de vosotros muestre si se interesa o no por su rey; que, en vuestra mano, según parece, está mi salud y vida.» Apenas hubo hablado, cuando los persas, hecha al soberano una profunda inclinación, saltaron por sí mismos al agua, con lo que, aligerada la nave, pudo llegar al Asia a salvamento. Allí, saltando Jerjes en tierra, dicen que ejecutó al punto una de sus justicias, pues premió con una corona de oro al piloto por haber salvado la vida del rey, y le mandó cortar la cabeza por haber perdido a tanto persa.

14
Libro      IX

1.      Esto cuerpo, al que se agregó una partida de ballesteros, fue entre todos los griegos que se hallaban presentes el que quiso, apostado en Eritras, relevar a los megarenses. Emprendida de nuevo la acción, duró por algún tiempo, terminando al cabo del siguiente modo: Acaeció que peleando sucesivamente por escuadrones la caballería persiana, habiéndose adelantado a los demás el caballo en que montaba Masistio, fue herido en un lado con una saeta. El dolor de la herida hízole empinar y dar con Masistio en el suelo. Corren allá los atenienses, y apoderados del caballo logran matar al general derribado, por más que procuraba defenderse, y por más que al principio se esforzaban en vano en quitarle la vida. La dificultad provenía de la armadura del general, quien, vestido por encima con una túnica de grana, traía debajo una loriga de oro de escamas, de donde nacía que los golpes dados contra ella no surtiesen efecto alguno. Pero notado esto por uno do sus enemigos, metióle por un ojo la punta de la espada, con lo cual, caído luego Masistio, al punto mismo espiró. En tanto, la caballería, que ni había visto caer del caballo a su general, ni morir luego de caído a manos de los atenienses, nada sabía de su desgracia, habiendo sido fácil el no reparar en lo que pasaba, por cuanto en aquella refriega iban alternando las acometidas con las retiradas. Pero como salidos ya de la acción viesen que nadie les mandaba lo que debían ejecutar, conociendo luego la pérdida, y echando menos a su general, se animaron mutuamente a embestir todos a una con sus caballos, con ánimo de recobrar al muerto.
2.      Otro tanto sucedió a Mardonio en sus sacrificios: éranle propicias sus víctimas mientras que se mantuviese a la defensiva para rebatir al enemigo; mas no le eran favorables si le acometía siendo el primero en venir a las manos, como él deseaba. Es de saber que Mardonio sacrificaba también al uso griego, teniendo consigo al adivino Hegesístrato, natural de Elea, uno de los teliadas y el de más fama y reputación entre todos ellos. A este en cierta ocasión tenían preso y condenado a muerte los espartanos, por haber recibido de él mil agravios y desacatos insufribles. Puesto en aquel apuro, viéndose en peligro de muerte y de pasar antes por muchos tormentos, ejecutó una acción que nadie pudiera imaginar; pues hallándose en el cepo con prisiones y argollas de hierro, como por casualidad hubiera logrado adquirir un cuchillo, hizo con él una acción la más animosa y atrevida de cuantas jamás he oído. Tomó primero la medida de su pie para ver cuánta parte de él podría salir por el ojo del cepo, y luego según ella se cortó por el empeine la parte anterior del pie. Hecha ya la operación, agujereando la pared, pues que le guardaban centinelas en la cárcel, se escapó en dirección a Tegea. Iba de noche caminando, y de día deteníase escondido en los bosques, diligencia con la cual, pesar de los lacedemonios, que esparciendo la alarma habían corrido todos a buscarle, al cabo de tres noches logró hallarse en Tegea; de suerte que admirados ellos del valor y arrojo del hombre de cuyo pie veían la mitad tendida en la cárcel, no pudieron dar con el cojo y fugitivo reo de este modo, pues, Hegesístrato, escapándose de las manos de los lacedemonios, se refugió en Tegea, ciudad que a la sazón corría con ellos en buena armonía. Curado allí de la herida y suplida la falta con un pie de madera, se declaró por enemigo jurado y mortal de los lacedemonios verdad es que al cabo tuvo mal éxito el odio que por aquel caso les profesaba, pues cogido en Zacinto, donde proseguía vaticinando contra ellos, le dieron allí la muerte.