miércoles, 24 de abril de 2024
martes, 23 de abril de 2024
UN POEMA DE BOLSILLO DE JOSÉ MELÉNDEZ (XXIV)
XXIV
SOMOS
TODOS HERMANOS
Buenos
días, hermano palestino
hermano
Ruso
buenos días, hermano ucraniano
hermano israelí
buenos
días, hermano venezolano
buenos días,! americanos a de todo el continente!
Buenos
días los que habitan en los bosques
las
ciénagas
en
las naves espaciales
buenos días tengan los hombres y mujeres de
buena voluntad.
Buenos
días, Señor del Universo.
Juntémonos
todos
al unísono cantemos a la paz.
La
paz está con todo el que habita
respira ,duerme y sueña
que
la vida hay que dejarla germinar...
lunes, 22 de abril de 2024
UN POEMA DE BOLSILLO DE JOSÉ MELÉNDEZ (XXIII)
XXIII
¡CUÁNTOS
CAMINOS POR RECORRER!
Llegué de caminar
tomé
café ...
Comienza
la semana.
¡Cuántas
las murallas por derribar!
¡Cuántos caminos por recorrer!
¡Cuántas
nuevas personas por conocer!
¿Qué esperar de la vida más allá de lo posible?
La vida es hoy
ahora
hay que andar
al
paso de las agujas del reloj
no
te detengas
deja
que el semáforo escriba
en su lenguaje de luces
el sendero a seguir
no te detengas
camina, camina, algo nuevo encontrarás.
sábado, 20 de abril de 2024
DOS POEMAS DE BOLSILLO DE JOSÉ MELÉNDEZ (XXI -XXII)
XXI
SOY
UN SELENITA ERRANTE
Luna,
tú que me conoces
regálame
de azul una esperanza
que disipe mis dudas:
¿Qué
hay más allá de la muerte?
Un
secreto agridulce
un
selenita errante,
un parto suspendido en el túnel del
tiempo.
Somos
breves turistas en el globo terráqueo.
XXII
TODOS
VAMOS HACIA EL OTOÑO
Hoy
amaneció en tinieblas
y
los sueños vestidos de luz van al mercado.
—¿A dónde
vas compañera mía?
Pregunta el árbol a la hoja desprendida
que desciende sin pausa.
Y responde el silencio.
—Aún no es otoño.
Y de nuevo responde el silencio...
LA HISTORIA DE MI VIDA
LA HISTORIA DE MI VIDA (1903)
Edgardo R Malaspina G
En
mi primera juventud o, tal vez, al final de mi infancia, leí sobre Helen Keller
(1880-1968), una sordomuda estadounidense que llegó a superar sus problemas de
salud y se convirtió en escritora y
conferencista, gracias a su constancia y disciplina. Desde entonces he admirado
a esta inteligente y valiente mujer; y la tengo como gran símbolo de la
resiliencia.
1
Es
con cierto temor que comienzo a escribir la historia de mi vida. Me invade una
como supersticiosa vacilación, al alzar el velo que cubre mi infancia como una
niebla áurea. La tarea de escribir una autobiografía es difícil. Cuando intento
establecer una clasificación de mis impresiones primeras, me encuentro con que
la realidad y la fantasía guardan estrecha semejanza a lo largo de los años que
ligan el pasado con el presente.
2
Entonces,
en el melancólico mes de febrero, vino la enfermedad que cerro mis ojos y mis
oídos, sumergiéndome en la inconsciencia de un recién nacido. Decían que era
una congestión aguda del estómago y el cerebro. El médico creyó que no
sobreviviría. No obstante, una mañana, temprano aún, la fiebre me abandono tan
súbita y misteriosamente como había venido. Gran regocijo reinó en la familia esa
mañana, pero nadie, ni aun el galeno, supo que yo no podría ver ni oír jamás.
3
La
lectura manual es mucho más lenta, y caigo en incertidumbres que ellas no
conocen. Hay dias que en la atención constante que debo prestar a los detalles me provoca una gran irritación, y el saber que debo pasar horas leyendo unos
pocos capítulos, mientras que en el mundo exterior otros jóvenes ríen, cantan y
danzan, me rebela; pero pronto recobro mi alegría, y desalojo riendo el
descontento de mi corazón. Porque, después de todo, aquel que desea ganar el
verdadero conocimiento debe escalar el Cerro de la Dificultad a solas, y desde que
hay camino real para la cumbre, es forzoso seguir el zigzag de nuestra propia
ruta. Me deslizo hacia atrás muchas veces, caigo, me detengo, y vuelvo a
arrojarme contra las aristas de los obstáculos ocultos; pierdo la paciencia y
la vuelvo a encontrar; y la guardo mejor; avanzo penosamente; gano un poco de
terreno, me animo, ansío llegar y subo más y más alto, y comienzo a ver el horizonte
que se dilata. Cada batalla es una victoria. Un esfuerzo más y alcanzo la nube
luminosa, las azules profundidades del cielo, las lejanas e interiores regiones
de mi deseo.
4
Por
medio de la filosofía obtenemos la comprensión de las tradiciones de las épocas
más remotas, y de otras modalidades de pensamiento que hasta conocerlas me
parecían extrañas e irracionales.
Pero
el colegio no es la Atenas universal que yo imaginaba
5
Mientras
mi permanencia en Radcliffe fue solo cosa futura e imaginada, la rodee de un
halo romántico, que ha perdido; pero en la transición de lo romántico a lo real
he aprendido muchas cosas que no hubiera sabido nunca, a no ser por ese
experimento. Uno de ellos es la preciosa ciencia de la paciencia, que nos
enseña que debemos encarar nuestra educación como un paseo campestre, pausadamente,
ofreciendo en nuestro entendimiento abierta hospitalidad a toda suerte de
impresiones. Tal conocimiento inunda al alma invisible con una marea de
pensamientos que profundizan nuestros conceptos. El conocimiento es poder.
6
A
partir de El Pequeño Lord Fauntlero y comienza mi verdadero interés por los
libros. En el transcurso de los dos años siguientes leí muchos en casa y
durante mis visitas a Boston. No puedo recordar los nombres de todos, ni el
orden en que los lei, pero si que entre ellos se hallaban los Héroes griegos,
las Fábulas, de La Fontaine; el Libro de las maravillas, de Hawthorne;
Historias de la Biblia, los Cuentos de Shakespeare, de Lamb; Pequeña Historia
de Inglaterra, de Dickens; Las noches árabes, La familia suiza Robinson,
Robinson Crusoe, Mujercitas y Heidi, un hermoso cuentecito que leí luego en
alemán.
7
Mi
mente fue iluminada natural y alegremente por la concepción de la antigüedad.
Grecia, la antigua Grecia, ejercía sobre mí una misteriosa fascinación. En mi
fantasía, las diosas y los dioses paganos, deambulaban aún sobre la tierra y
hablaban con los mortales cara a cara, y en mi corazón consagraba secretos
altares a aquellos a quienes más amaba. Conocía y veneraba a toda la corte de
ninfas, héroes y semidioses; es decir, no a todos, porque la gula y la crueldad
de Medea eran demasiado monstruosas para echarlas al olvido. Solía cavilar
inquiriendo la razón que tendrán los dioses para permitirles hacer el mal y
castigarles luego. Y el misterio queda aún por resolver.
POEMA DE BOLSILLO NRO XX DE JOSÉ MELÉNDEZ
XX
UN AMOR ENTRE EL SUEÑO Y LA VIGILIA
En
verdad, aunque te veo muy poco
no
dejo de verte en mis sueños.
A
medida que la edad crece
el amor también.
Eres
una fruta muy alta
y
lo tomo no como una derrota,
sino, más bien, como la montaña
que
deseas trepar y quedarte en la cima
y sentir el frío de las alturas
con olores a flores y hojas frescas
y
ver tu figura dibujada en nubes
henchidas
de lluvia
y
tu cabellera ondulando
y
acrecentando al universo.
miércoles, 17 de abril de 2024
POEMA DE BOLSILLO NRO XIX DE JOSÉ MELÉNDEZ
XIX
¿DÓNDE
ME AGUARDAN?
¿Dónde
me aguardan?
Son
tantos los lugares que reclaman nuestros pasos.
Debemos
darnos a conocer, es cosa de magia.
Somos
todo
nos falta un encendedor
y
un recipiente con combustible de palabras
y en lugar de fuego, muchos abecedarios
globos,
mapas,
y la palestra esperando el susurro del
marcador.