RAICES DEL
IDEARIO POETICO DE VICENTE HUIDOBRO
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
1
La estética
del sugerimiento de Vicente Huidobro marcó la pauta de la poesía a partir del
siglo XX. Según Eduardo Mitre Vicente Huidobro es hombre de espacio y sed de
cielo. Asimismo, agrega, “porque el poema es sobre todo forma,
estructura, relación entre sus partes, Huidobro otorga gran importancia a la
técnica, al acto lucido de la composición poética”.
“Es decir – sigue explicando Mitre – Huidobro
concibe la poesía como un lenguaje dentro de otro lenguaje; un lenguaje en el
que las palabras recobrando su función mágica pierdan su significación
estrictamente para adquirir otra más profunda y como rodeada de una aura
luminosa”. “El valor del lenguaje de la
poesía está en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se halla”.
2
En un bellísimo fragmento poético de Huidobro
apreciamos esos conceptos (En los Salmos del Árbol):
“Mi boca te ama porque en medio de la tierra te
yergues anhelante como una copa que aguarda el fresco licor de las nubes”.
3
El mismo Huidobro afirmaba que un poeta debe
decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él. “Amo las sutilezas espirituales; admiro a los
que perciben las relaciones más lejanas de las cosas. A los que escriben versos que resbalan como
la sombra de un pájaro y que solo advierten los de muy buena vista”,
afirmaba.
4
Para Vicente Huidobro la poesía solo debe dar
las señales, asomar situaciones para que el lector disfrute imaginando el
desenlace. Eso es el arte del sugerimiento: “El arte del sugerimiento, como la palabra lo
dice, consiste en sugerir. No plasmar
las ideas brutalmente, gordamente, sino esbozarlos y dejar el placer de la
reconstitución al intelecto del lector”.
5
Quien escribe debe buscar cosas nuevas, abrir
caminos, ser original: “si no se ha de decir algo nuevo no hay derecho para
hacer perder tiempo al prójimo”. Por lo tanto, el poeta sólo da una muestra.
Con una muestra entendemos el todo. Con
una gota de sangre el especialista diagnostica y sabe en qué estado se
encuentra un organismo. Puede vaticinar,
pronosticar.
6
Huidobro para reforzar una idea sobre el
sugerimiento recuerda las palabras del Mallarme: “Pienso que solo es necesaria una
alusión: la contemplación de los
objetos, la imagen que surge de los ensueños suscitados por ellos, en el
canto. Nombrar un objeto es suprimir las
tres cuartas partes del goce del poema, que consiste en adivinarlo poco a
poco. El perfecto uso del misterio
constituye el símbolo: evocas poco a
poco un objeto para patentizar un estado de alma o, por el contrario, escoger
un objeto para deducir de él un estado de alma por una serie de
adivinaciones... Si un ser de una inteligencia mediana y de una cultura
literaria insuficiente ahí por casualidad un libro así escrito, y pretende
gozar con su lectura no consigue su objeto”.
7
En la cultura milenaria China se tenía unas
concepciones, estética similar a la que expone Huidobro y Mallarmé. En un relato de la antigua China se habla del
verdadero arte y su secreto; lo cual es extensivo hasta la poesía.
Sin más comentarios leamos:
Concurso de Pintura
El
emperador de la Dinastía Song decretó un concurso nacional a fin de seleccionar
a los mejores pintores para la Academia Imperial de Bellas Artes. El mismo monarca escribió un verso para que
los concursantes crearan su obra bajo ese título. El verso decía: “Un templo antiguo en la profundidad de las
montañas”.
Miles de pintores participaron en el concurso, desarrollando su imaginación
para interpretar el verso del emperador.
Algunos de ellos dibujaron un templo antiguo en la falda de una
montaña. Otros dibujaron un bosque del
que se destacaba parte del tejado de una construcción antigua. Había quienes pintaron los muros rojos de los
templos sobre un fondo de montañas, etc.
Aunque el estilo pictórico marcaba dos tendencias fundamentales: la detallista y la esencial, en las obras
presentadas al concurso se apreciaban dos denominadores comunes: el templo y las montañas.
Después de
las primeras selecciones, quedaban cien pinturas para el final del concurso nacional. El mismo emperador formó parte del
jurado. Los organizadores enseñaban uno
a uno los cuadros al tribunal, a fin de obtener sus calificaciones. Al emperador no le llamaron la atención
ninguna de las obras que le enseñaron, porque no le gustaba la expresión
pictórica demasiado directa y realista.
Dijo:
-La
reproducción gráfica de un templo entre las montañas aminora el sentido poético
del título y empobrece la imaginación y la espiritualidad del verso.
Cuando iba
a retirarse desanimado, los cortesanos abrieron una pintura muy original: Allí no se veía ningún templo ni nada por el
estilo. Solo había un viejo monje que
cargaba dos cubos de agua con un palanquín caminando por entre un bosque
silencioso.
El emperador
se quedó mirando este cuadro con sorpresa y gran satisfacción. Al cabo de un rato exclamó:
-
¡Magnífico! Éste es el que más me gusta.
No se ve ningún templo, pero te parece que está cerca. Lo antiguo del monasterio está en la edad del
monje. Ni hay montañas, pero el bosque
lo evoca. Aparentemente falta una
relación entre la pintura y el verso, pero el lenguaje alegórico del pintor
invita a desarrollar nuestra imaginación pensando en ese templo antiguo y las
montañas que no se ven en el cuadro. Si
el verso de una imagen del templo entre las montañas, la pintura sugiere un
ambiente poético nada común.
Los demás
miembros del jurado manifestaron su sincera conformidad con el criterio del
emperador, eligiendo por unanimidad el autor de esta original obra como el
primer ganador de este concurso.
Engels
afirmaba que las novedades son cosas viejas bien olvidadas, porque las
antiguas, de alguna u otra manera, ya las habían conocido.
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