XXXII
LA LUNA HECHA LIMÓN
Un limón sediento de sí
mismo,
en su agonía,
me pidió que le exprimiera
y se consumió hasta su
última gota
después se quedó dormido y sus lágrimas
le
arroparon
y el verde palideció
y la luna hecha limón
dibujó una noche de nubes
sin espinas
y una lluvia copiosa de
amaneceres
inundó las calles de mi
pueblo
y la gente desnuda de placeres
festejó la llegada del
sol hecho vestido nuevo.
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