RETRATO
DEL ARTISTA ADOLESCENTE
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
En
la novela Retrato del artista adolescente (1916) ) James Joyce relata la vida de Stephen Dedalus
desde su infancia hasta la mayoría de edad.
A partir de la escuela inicial hasta su ingreso a la universidad Stephen
Dedalus experimenta una serie de cambios a través de los cuales descubre su
gusto por la literatura. A lo largo del texto el personaje expresa en sus
monólogos internos sus conceptos sobre la religión y el arte en general.
1
Las
pálidas tristezas de estos seres y la fragancia que caía de las hojas húmedas
se le mezclaban en una especie de reposada alegría.
2
Cuando
se le cansaba la mente, de rebuscar la esencia de la belleza entre las obras espectrales
de Aristóteles o del de Aquino, se volvía a menudo en busca de placer a las
canciones de los poetas de la época de Isabel.
3
Un
pensamiento era como un crepúsculo de duda y de desconfianza propia, alumbrado
acá y allá por los relámpagos de la intuición, pero relámpagos de tan diáfana
claridad, que en aquellos instantes el mundo se deshacía bajo sus pies, como si
hubiera sido consumido por el fuego.
4
Admiro
la mentalidad del hombre independiente de todas las religiones.
5
Piedad
es el sentimiento que paraliza el ánimo en presencia de todo lo que hay de
grave y constante en los sufrimientos humanos y lo une con el ser paciente.
6
Terror
es el sentimiento que paraliza el ánimo en presencia de todo lo que hay de
grave y constante en los sufrimientos humanos y lo une con la causa secreta.
7
La
emoción trágica, efectivamente, es una cara que mira en dos direcciones: hacia
el terror y hacia la piedad, y ambos son fases de ella.
8
Los
sentimientos excitados por un arte impuro son cinéticos, deseo y repulsión.
9
El
deseo nos incita a la posesión, a movernos hacia algo; la repulsión nos incita
al abandono, a apartarnos de algo. Las artes que sugieren estos sentimientos,
pornográficas o didácticas, no son, por tanto, artes puras.
10
El
deseo y la repulsión excitados por medios no puramente estéticos no son
emociones estéticas, no sólo por su carácter cinético, sino también por su
naturaleza simplemente física. Nuestra carne retrocede ante lo que le espanta y
responde al estímulo de lo que desea por una simple acción refleja del sistema
nervioso. Nuestros párpados se cierran antes de que tengamos conciencia de que
una mosca está a punto de entrarnos en el ojo.
11
La
belleza que el artista expresa no puede despertar en nosotros una emoción
cinética o una sensación puramente física. Despierta, o debería despertar,
induce, o debería inducir, una stasis estética, una piedad ideal o un ideal
terror, una stasis provocada, prolongada y al fin disuelta por aquello que yo
llamo el ritmo de la belleza.
12
Habían
llegado al puente del canal. Dejaron el camino que habían llevado, y siguieron
adelante por la arboleda. Una luz cruda y gris espejeaba sobre el agua perezosa
y, por encima de sus cabezas, el olor de las ramas húmedas parecía oponerse al
curso de los pensamientos de Stephen.
13
—Arte
—dijo Stephen— es la adaptación por el hombre de la materia sensible o
inteligible para un fin estético.
14
—Aquino
—continuó Stephen— dice que lo bello es aquello cuya aprehensión agrada.
15
Me
parece que Platón dijo que la belleza es el resplandor de la verdad.
16
El
primer paso en dirección a la verdad es el llegar a comprender la contextura y
la esfera de acción de la inteligencia misma, el comprender el acto intelectivo
mismo.
17
Todo
el sistema de la filosofía de Aristóteles descansa sobre su libro de
psicología, y éste, sobre la afirmación de que un mismo atributo no puede al
mismo tiempo, y en la misma conexión, pertenecer y no pertenecer al mismo
sujeto.
18
El
primer paso en dirección a la belleza es el comprender la contextura y la
esfera de acción de la imaginación, el comprender el acto mismo de la
aprehensión estética.
19
—Bien.
¿Pero qué es la belleza? —preguntó Lynch impaciente—. Venga otra definición.
¡Algo que vemos y que nos agrada!
20
El
griego, el turco, el chino, el copto, el hotentote —dijo Stephen—, todos
admiran un tipo diferente de belleza femenina. En este punto parece que nos
perdemos en un laberinto sin salida. Hay, sin embargo, dos salidas. Una es la
hipótesis de que cualquier cualidad física que los hombres admiran en las
mujeres, está en conexión directa con las múltiples funciones de la mujer para
la propagación de la especie. Tal vez sea así. El mundo, según parece, es aún
más lóbrego que lo que tú piensas, Lynch. Por mi parte, a mí me desagrada esta
solución. Conduce a la eugénica más bien que a la estética. Te saca fuera del
laberinto para ir a dar a un aula nueva y chillona en la cual Mac Cann, en una
mano El origen de las especies, y en la otra El Nuevo Testamento, te explica que,
si tú admiras las mórbidas caderas de Venus, es porque sientes que ella puede
darte el fruto de una prole rolliza, y que, si admiras sus abundantes senos, es
porque sientes que serían capaces de proporcionar una leche nutritiva a los
hijos que en ella engendres.
21
MÚSICA
—¿Quién
sabe? —dijo Stephen sonriendo—. Tal vez Santo Tomás me podría entender mejor
que tú. Era poeta también. Escribió un himno para el Jueves Santo. Comienza con
las palabras Pange lingua gloriosi. Afirman que es la joya más preciosa de todo
el himnario. Es un himno intrincado y confortante. Me gusta. Pero no hay himno
que pueda ponerse al lado del Vexilla Regis, el canto procesional, triste y
majestuoso de
Venancio
Fortunato.
22
Para
lo que no hay cura, no hay más que sepultura.
23
El
fin del artista es crear lo bello. ¿Qué es lo bello? Eso es otra cuestión.
24
La
reproducción es el principio de la muerte.
25
He
leído poco y encendido menos.
26
Tres
cosas son precisasen la belleza: integridad, armonía, luminosidad.
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