XXXIII
A
LA ESPERA DE LA LLEGADA DEL NIÑO DIOS
Hoy
domingo pongo en tus manos
todo el cansancio acumulado de los días
pasados,
solo
con un breve saludo venido de tu corazón
calmaré
mi sed, treparé las nubes
y
desde allá enviaré serenatas de cantos decembrinos
y un manto de luciérnagas alumbrará la noche
a la
espera de la llegada del Niño Dios.
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