Edgardo Rafael Malaspina
Guerra
1
Chapman,
el asesino de John Lennon, se creyó el héroe de la novela de Salinger y esperó
a la policía hojeando El guardián entre el centeno. John Hinckley Jr., que
intentó asesinar a Ronald Reagan, tenía la novela entre sus preferidas. Charles
Manson y otros connotados asesinos también encontraron señales para sus
desmanes en El guardián entre el centeno. Por eso esta novela es considerada “un
libro maldito”.
2
Holden
Caulfield, el héroe de la novela, joven de 16 años, es expulsado del liceo por
su bajo rendimiento. Decide no regresar a casa y vagar por las calles de Nueva
York, mientras planifica emprender un largo viaje de aventuras. Empieza a
narrar sus cuitas en un lenguaje propio de los adolescentes, y considera a
todos los adultos como perfectos estúpidos, farsantes e hipócritas. Visita
bares, prostíbulos, hoteles baratos; se pone otro nombre, se quita la edad,
critica todo a su alrededor, todo le repugna (me da náuseas) y hace preguntas
ridículas para ver la reacción de la gente: ¿Dónde se meten los patos en
invierno?
3
En
su narración habla de su depresión, se califica de “un poco ateo”, rebelde y
cobarde. Asesina, pero solo en sus pensamientos. Manifiesta ideas suicidas.
Bebe alcohol, fuma y es frugal en las comidas. Sus expresiones son
hiperbólicas: un largo rato son cincuenta años. Unos cuantos metros son miles
de kilómetros
4
Muchas
palabras las usa reiteradamente: maldito (237 veces dice un experto), bastardo
(58 veces), mierda, mentiras, imbéciles, insoportables, lástima, burlas,
necios, soledad, depresión, odio, sexo, marica, etc.
5
Pero
¿Por qué este libro ha servido de numen a muchos asesinos?
Porque
son unos psicópatas que no entendieron que el libro describe la psicología de
la adolescencia, la “etapa fascistoide” de todos los humanos, como dijo alguien
por allí, y que con el tiempo será superada. Cierto, las palabras vulgares
pueden incitar al mal, según lo establece la neurolingüística, pero nuevamente
debemos ubicarnos en el contexto de la obra, única en su género: así pensamos
cuando somos jóvenes y creemos que solo nosotros tenemos la razón. “Ya no soy
tan joven como para saberlo todo”, dijo una vez Mark Twain.
6
Holden
Caulfield me cae muy bien. No le gusta lo que enseñan en la escuela, pero lee
libros, ama la poesía, visita museos, demuestra buenos sentimientos hacia los
pobres, aunque tiene el conflicto de todos los jóvenes: no sabe lo que quiere
de la vida.
Cuando
Holden recuerda el poema de Robert Burns que habla de “dos personas que se
encuentran a través del centeno”, y afirma que él desea salvar niños -que
saltan al centeno- para que no caigan a un precipicio (Yo quiero ser el guardián
entre el centeno), definitivamente, es una persona bondadosa y muy compasiva.
Pero
esa parte no le interesó a los psicópatas arriba mencionados.
7
He
gozado un mundo leyendo este libro, he reído mucho: así oigo hablar a los
jóvenes, con lo giros idiomáticos respectivos de los nuevos tiempos, y así
pensaba yo en gran medida.
8
Reírse
de etapas superadas, saber que en resumidas cuentas llegaste a ser persona de
bien, y burlarse de uno mismo es encontrar aquello que andaba buscando Juan
Ponce de león: La Fuente de la Juventud.
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