VERSOTERAPIA

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2007

LITERATURA Y MEDICINA

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LIBRO DEL DR. EDGARDO MALASPINA : LITERATURA Y MEDICINA

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viernes, 4 de octubre de 2019

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO


UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO
(Yo me creo en el infierno, luego estoy en él.)

Edgardo Malaspina
1

“Una temporada en el infierno” (1873) del poeta francés Arthur Rimbaud es calificado por René Char como una evasión que sitúa al autor en su edad de oro en el pasado y en futuro.
2
Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones.
El infortunio fue mi dios. Yo he tendido cual largo era en el barro. Me he secado en la ráfaga del crimen. Y le he jugado malas pasadas a la locura.
3
Estoy sentado, leproso, sobre ortigas y tiestos rotos, al pie de un muro roído por el sol.
4
¡Oh la ciencia! Todo se ha hecho de nuevo. Para el cuerpo y para el alma …Tenemos la medicina  y la filosofía, los remedios de comadres y los arreglos de canciones populares.
5
El aire marino quemará mis pulmones; me tostarán los climas remotos. Nadar, aplastar la hierba, cazar, fumar sobre todo; beber licores fuertes con metal fundido, como hacían los caros antepasados  en torno de las hogueras.
6
Lo mejor es un sueño bien ebrio, sobre la playa.
7
En las rutas, durante las noches de invierno, sin techo, sin ropa, sin pan, una voz me estrujaba el corazón helado: Flaqueza o fuerza:  ya está, es la fuerza.
8
El sueño en medio de la riqueza es imposible.
9
Sólo el amor divino otorga las llaves de la ciencia.
10
Cada cual tiene su razón, desprecio y caridad: retengo mi sitio en la cúspide de esta angélica escala de buen sentido.
11
¡La noche rueda por mis ojos, con todo este sol!
12
He bebido un enorme trago de veneno…Me muero de sed, me ahogo, no puedo gritar. ¡Es el infierno, la pena eterna!
13
Yo me creo en el infierno, luego estoy en él.        
14
…La infancia, la hierba, la lluvia, el lago sobre las piedras, el claro de luna cuando en el campanario sonaban las doce…
15
…Nadie piensa nunca en los otros.
16
Las alucinaciones son innumerables. Esto es de veras lo que me pasó siempre: ninguna fe en la historia, olvido de todos los principios.
17
Fiaos en mí, la fe consuela,  guía, cura.
18
No pido plegarias, con sólo vuestra confianza, seré feliz.
19
Levantad  del suelo a los beodos en las calles oscuras.
20
Por momentos, olvido la miseria en que he caído: él me tornará fuerte, viajaremos, cazaremos en los desiertos, dormiremos sobre empedrados de ciudades desconocidas, sin cuidados, sin penas.
21
Quizá debiera yo dirigirme a Dios. Estoy en lo más profundo del abismo, y ya no sé orar.
22
Al principio fue un estudio. Yo escribía silencios, noches, anotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos.
23
Acabé por encontrar sagrado el desorden de mi espíritu.
Envidiaba la felicidad de los animales.
24
Yo amaba el desierto, los vergeles quemados, las tiendas marchitas…Me rastraba por las callejas hediondas…
25
Me convertí en una ópera fabulosa.
La moral es una flaqueza del  cerebro.
26
Los filósofos: El mundo no tiene edad. La humanidad se desplaza, simplemente.
27
Yo tengo mi deber, y me enorgulleceré de él como hacen tantos, dejándolo  a un lado.
28
En mi lecho de hospital, el olor de incienso ha vuelto a mí con tanta intensidad; guardián de los sagrados aromas, mártir, confesor...
29
¿No tuve yo alguna vez una juventud amable, heroica, fabulosa, como para escribirla en hojas de oro?
30
¡Y temo al invierno porque es la estación de la comodidad!
31
¿Y dónde conseguir socorro?
32
El combate espiritual es tan brutal como las batallas de los hombres…
33
…He visto allá el infierno de las mujeres…

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