UNA
TEMPORADA EN EL INFIERNO
(Yo
me creo en el infierno, luego estoy en él.)
Edgardo
Malaspina
1
“Una
temporada en el infierno” (1873) del poeta francés Arthur Rimbaud es calificado
por René Char como una evasión que sitúa al autor en su edad de oro en el
pasado y en futuro.
2
Antaño,
si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde
se abrían todos los corazones.
El
infortunio fue mi dios. Yo he tendido cual largo era en el barro. Me he secado
en la ráfaga del crimen. Y le he jugado malas pasadas a la locura.
3
Estoy
sentado, leproso, sobre ortigas y tiestos rotos, al pie de un muro roído por el
sol.
4
¡Oh
la ciencia! Todo se ha hecho de nuevo. Para el cuerpo y para el alma …Tenemos
la medicina y la filosofía, los remedios
de comadres y los arreglos de canciones populares.
5
El
aire marino quemará mis pulmones; me tostarán los climas remotos. Nadar,
aplastar la hierba, cazar, fumar sobre todo; beber licores fuertes con metal
fundido, como hacían los caros antepasados
en torno de las hogueras.
6
Lo
mejor es un sueño bien ebrio, sobre la playa.
7
En
las rutas, durante las noches de invierno, sin techo, sin ropa, sin pan, una
voz me estrujaba el corazón helado: Flaqueza o fuerza: ya está, es la fuerza.
8
El
sueño en medio de la riqueza es imposible.
9
Sólo
el amor divino otorga las llaves de la ciencia.
10
Cada
cual tiene su razón, desprecio y caridad: retengo mi sitio en la cúspide de
esta angélica escala de buen sentido.
11
¡La
noche rueda por mis ojos, con todo este sol!
12
He
bebido un enorme trago de veneno…Me muero de sed, me ahogo, no puedo gritar.
¡Es el infierno, la pena eterna!
13
Yo
me creo en el infierno, luego estoy en él.
14
…La
infancia, la hierba, la lluvia, el lago sobre las piedras, el claro de luna
cuando en el campanario sonaban las doce…
15
…Nadie
piensa nunca en los otros.
16
Las
alucinaciones son innumerables. Esto es de veras lo que me pasó siempre:
ninguna fe en la historia, olvido de todos los principios.
17
Fiaos
en mí, la fe consuela, guía, cura.
18
No
pido plegarias, con sólo vuestra confianza, seré feliz.
19
Levantad del suelo a los beodos en las calles oscuras.
20
Por
momentos, olvido la miseria en que he caído: él me tornará fuerte, viajaremos,
cazaremos en los desiertos, dormiremos sobre empedrados de ciudades
desconocidas, sin cuidados, sin penas.
21
Quizá
debiera yo dirigirme a Dios. Estoy en lo más profundo del abismo, y ya no sé
orar.
22
Al
principio fue un estudio. Yo escribía silencios, noches, anotaba lo
inexpresable. Fijaba vértigos.
23
Acabé
por encontrar sagrado el desorden de mi espíritu.
Envidiaba
la felicidad de los animales.
24
Yo
amaba el desierto, los vergeles quemados, las tiendas marchitas…Me rastraba por
las callejas hediondas…
25
Me
convertí en una ópera fabulosa.
La
moral es una flaqueza del cerebro.
26
Los
filósofos: El mundo no tiene edad. La humanidad se desplaza, simplemente.
27
Yo
tengo mi deber, y me enorgulleceré de él como hacen tantos, dejándolo a un lado.
28
En
mi lecho de hospital, el olor de incienso ha vuelto a mí con tanta intensidad;
guardián de los sagrados aromas, mártir, confesor...
29
¿No
tuve yo alguna vez una juventud amable, heroica, fabulosa, como para escribirla
en hojas de oro?
30
¡Y
temo al invierno porque es la estación de la comodidad!
31
¿Y
dónde conseguir socorro?
32
El
combate espiritual es tan brutal como las batallas de los hombres…
33
…He
visto allá el infierno de las mujeres…
No hay comentarios:
Publicar un comentario