HAMLET
(1601)
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
Tragedia
de Shakespeare sobre la ambición desmedida para alcanzar el poder por cualquier
medio, incluyendo el asesinato; la justicia, la venganza ,el amor, los
monólogos internos, el pecado , el arrepentimiento , la psique humana, la salud
mental, el teatro como medio catártico, y la filosofía en general (sofística ,
relativismo, existencialismo) .
Frases
y parlamentos:
1
Procura no dar ni pedir prestado a nadie, porque el
que presta suele perder a un tiempo el dinero y el amigo, y el que se
acostumbra a pedir prestado falta al espíritu de economía y buen orden, que nos
es tan útil.
2
Usa de ingenuidad contigo mismo, y no podrás ser falso
con los demás.
3
Nadie puede escoger su origen.
4
Yo no estimo nada la vida.
5
Pero, señor, si os arrebata al mar o a la espantosa
cima de ese monte, levantado sobre los que baten las ondas, y allí tomase
alguna otra forma horrible, capaz de impediros el uso de la razón, y enajenarla
con frenesí... ¡Ay! ved lo que hacéis. El lugar sólo inspira ideas melancólicas
a cualquiera que mire la enorme distancia desde aquella cumbre al mar, y sienta
en la profundidad su bramido ronco.
6
Claudio atribuye la muerte del rey, su hermano, a la
mordedura de una serpiente. El fantasma del rey le dice a Hamlet, su hijo, que
su muerte se debió a que Claudio le colocó una sustancia venenosa en el oído
mientras dormía en el jardín, la cual penetró al cuerpo cuajando la más pura
y robusta sangre, como la leche con las gotas ácidas. Esa descripción se
corresponde con un síndrome trombohemorrágico o una coagulación intravascular
diseminada, alteraciones de la coagulación sanguínea potencialmente mortales,
producidas por las mordeduras de algunas serpientes. En la obra teatral se
especifica que no fue una mordedura de serpiente la causa de la muerte, sino un
veneno preparado por el hermano del rey. Entonces, podemos divagar que se trata
de una sustancia semejante a las que inoculan ciertas culebras venenosas.
Escena XII del Acto 1.
La Sombra, el padre de Hamlet, explica cómo fue envenenado:
.Dormía yo una tarde en mi jardín según lo
acostumbraba siempre. Tu tío me sorprende en aquella hora de quietud, y
trayendo consigo una ampolla de licor venenoso, derrama en mi oído su ponzoñosa
destilación, la cual, de tal manera es contraria a la sangre del hombre, que
semejante en la sutileza al mercurio, se dilata por todas las entradas y
conductos del cuerpo, y con súbita fuerza le ocupa, cuajando la más pura y
robusta sangre, como la leche con las gotas ácidas. Este efecto produjo
inmediatamente en mí, y el cutis hinchado comenzó a despegarse a trechos con
una especie de lepra en áspera y asquerosas costras. Así fue que estando
durmiendo, perdí a manos de mi hermano mismo, mi corona, mi esposa y mi vida a
un tiempo. Perdí la vida, cuando mi pecado estaba en todo su vigor, sin
hallarme dispuesto para aquel trance, sin haber recibido el pan eucarístico,
sin haber sonado el clamor de agonía, sin lugar al reconocimiento de tanta
culpa: presentado al tribunal eterno con todas mis imperfecciones sobre mi cabeza.
¡Oh! ¡Maldad horrible, horrible!... Si oyes la voz de la naturaleza, no sufras,
no, que el tálamo real de Dinamarca sea el lecho de la lujuria y abominable
incesto. Pero, de cualquier modo, que dirijas la acción, no manches con delito
el alma, previniendo ofensas a tu madre. Abandona este cuidado al Cielo: deja
que aquellas agudas puntas que tiene fijas en su pecho, la hieran y atormenten.
Adiós. Ya la luciérnaga amortiguando su aparente fuego nos anuncia la
proximidad del día. Adiós. Adiós.
7
Tan propio parece de la edad anciana pasar más allá de
lo justo en sus conjeturas, como lo es de la juventud la falta de previsión.
8
La brevedad es el alma del talento, y nada hay más
enfadoso que los rodeos y perífrasis...
9
Duda que son de fuego las estrellas,
duda si al sol
hoy movimiento falta,
duda lo cierto, admite lo dudoso;
pero no dudes de mi amor las ansias.
10
Acto II. Escena 6. Habla Polonio habla de la supuesta
locura de Hamlet:
El señor Hamlet es un Príncipe muy superior a tu
esfera... Esto no debe pasar adelante. Y después, le mandé que se encerrase en
su estancia sin admitir recados, ni recibir presentes. Ella ha sabido
aprovecharse de mis preceptos, y el Príncipe... (para abreviar la historia) al
verse desdeñado, comenzó a padecer melancolías, después inapetencia, después
vigilias, después debilidad, después aturdimiento y después (por una graduación
natural) la locura que le saca fuera de sí, y que todos nosotros lloramos.
11
Los viejos tienen la barba blanca, las caras con
arrugas, que vierten de sus ojos ámbar abundante y goma de ciruela; que padecen
gran debilidad de piernas, y mucha falta de entendimiento.
12
Nos creemos felices en no ser demasiado felices.
13
Nada hay bueno ni malo, sino en fuerza de nuestra
fantasía.
14
La cintura: allí está el centro de los favores.
15
Yo pudiera estar encerrado en la cáscara de una nuez y
creerme soberano de un estado inmenso... Pero, estos sueños terribles me hacen
infeliz.
16
El sueño, en sí, no es más que una sombra.
17
La ambición por tan ligera y vana me parece la sombra
de una sombra.
18
Los mendigos son cuerpos y los monarcas y héroes
agigantados, sombras de los mendigos...
19
Acto II. Escena VIII. La supuesta locura de Hamlet.
Hamlet: Yo no estoy loco, sino cuando sopla el
nordeste; pero cuando corre el sur, distingo muy bien un huevo de una castaña.
20
La vejez es segunda infancia.
21
Más te valdrá tener después de muerto un mal epitafio
que una mala reputación entre mientras vivas.
22
Si a los hombres se les hubiese de tratar según
merecen, ¿quién escaparía de ser azotado?
23
Teatro en el teatro. Acto II. Escena XI.
Yo he oído, que tal vez asistiendo a una
representación hombres muy culpados, han sido heridos en el alma con tal
violencia por la ilusión del teatro, que a vista de todos han publicado sus
delitos, que la culpa, aunque sin lengua siempre se manifestará por medios
maravilloso.
Yo haré que estos actores representen delante de mi
tío algún pasaje que tenga semejanza con la muerte de mi padre. Yo le heriré en
lo más vivo del corazón; observaré sus miradas; si muda de color, si se
estremece, ya sé lo que me toca hacer
24
Sobre la locura de Hamlet . Acto III. Escena I
Claudio:- ¿Y no os fue posible indagar en la
conversación que con él tuvisteis, de qué nace aquel desorden de espíritu que
tan cruelmente altera su quietud, con turbulenta y peligrosa demencia?
Ricardo:- Él mismo reconoce los extravíos de su razón; pero no ha querido
manifestarnos el origen de ellos.
Nota:
Hamlet tiene conciencia de sus cambios de humor , y
por lo tanto eso no configura un estado de locura porque como dijo Oscar Wilde:
“La verdadera locura es la que se ignora sí misma”.
25
Mal de amores. Acto III. Escena II.
Claudio.- Tú, mi amada Gertrudis, deberás también retirarte, porque hemos
dispuesto que Hamlet al venir aquí, como si fuera casualidad, encuentre a
Ofelia. Su padre y yo, testigos los más aptos para el fin, nos colocaremos
donde veamos sin ser vistos. Así podremos juzgar de lo que entre ambos pase, y
en las acciones y palabras del Príncipe conoceremos si es pasión de amor el
mal de que adolece.
Gertrudis.- Voy a obedeceros, y por mi parte, Ofelia, ¡oh, ¡cuánto
desearía que tu rara hermosura fuese el dichoso origen de la demencia de
Hamlet! Entonces yo debería esperar que tus prendas amables pudieran para
vuestra mutua felicidad restituirle su salud perdida.
26
¡Cuántas veces con el semblante de la devoción y la
apariencia de acciones piadosas, engañamos al diablo mismo!
27
Ser o no ser.
Acto III. Escena IV.
Hamlet- Ser o no ser, ésta es la cuestión. ¿Cuál es más digna acción del ánimo,
sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este
torrente de calamidades, y darles fin con atrevida resistencia? Morir es
dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño, diremos, las aflicciones se acabaron y los
dolores sin número, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Este es un
término que deberíamos solicitar con ansia. Morir es dormir... y tal vez soñar.
Sí, y ved aquí el grande obstáculo, porque el considerar que sueños podrán
ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo
mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la consideración que
hace nuestra infelicidad tan larga. ¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la
lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelías que
recibe pacífico el mérito de los hombres más indignos, las angustias de un mal
pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos,
el desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su
quietud con sólo un puñal. ¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando,
gimiendo bajo el peso de una vida molesta si no fuese que el temor de que
existe alguna cosa más allá de la Muerte (aquel país desconocido de cuyos
límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los
males que nos cercan; antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro
conocimiento? Esta previsión nos hace a todos cobardes, así la natural tintura
del valor se debilita con los barnices pálidos de la prudencia, las empresas de
mayor importancia por esta sola consideración mudan camino, no se ejecutan y se
reducen a designios vanos. Pero... ¡la hermosa Ofelia! Graciosa niña, espero
que mis defectos no serán olvidados en tus oraciones.
28
Los que tienen almibarada la lengua váyanse a lamer
con ella la grandeza estúpida, y doblen los goznes de sus rodillas donde la
lisonja encuentre galardón.
29
Dame un hombre que no sea esclavo de sus pasiones, y
yo le colocaré en el centro de mi corazón.
30
Teatro en el teatro. La ratonera. Acto IV. Escena X.
Hamlet se hace el loco.
Esta noche se representa un drama delante del Rey, una
de sus escenas contiene circunstancias muy parecidas a las de la muerte de mi
padre, de que ya te hablé. Te encargo que cuando este paso se represente,
observes a mi tío con la más viva atención del alma, si al ver uno de aquellos
lances su oculto delito no se descubre por sí solo, sin duda el que hemos visto
es un espíritu infernal, y son todas mis ideas más negras que los yunques de
Vulcano.
Hamlet:.- Ya vienen a la función, vuélvome a hacer el loco, y tú busca asiento.
31
Amor, como la suerte, es inconstante: que en este
mundo al fin nada hay eterno, y aún se ignora si él manda a la fortuna
o si ésta del amor cede del imperio.
Si el poderoso del lugar sublime se precipita, le
abandonan luego
cuantos gozaron su favor; si el pobre sube a
prosperidad, los que le fueron más enemigos su amistad procuran
y el amor sigue a la fortuna en esto, que nunca al
venturoso amigos faltan, ni al pobre desengaños y desprecios.
32
Envenenamiento. Acto IV. Escena XIV.
Cómico 3.º.- Negros designios, brazo ya dispuesto a
ejecutarlos, tosigo oportuno,
sitio remoto, favorable el tiempo
y nadie que lo observe. Tú, extraído de la profunda
noche en el silencio atroz veneno, de mortales yerbas (invocada Proserpina)
compuesto: infectadas tres veces y otras tantas
exprimidas después, sirve a mi intento;
pues a tu
actividad mágica, horrible, la robustez vital cede tan presto.
33
Teoría humoral hipocrática. Acto IV. Escena XVI.
Guillermo:- Señor, ¿permitiréis que os diga una palabra?
Hamlet.-
Y una historia entera.
Guillermo:- El Rey...
Hamlet:- Muy bien, ¿qué le sucede?
Guillermo:.- Se ha retirado a su cuarto con mucha destemplanza.
Hamlet:-
De vino. ¿Eh? GUILLERMO.- No señor, de cólera.
Hamlet:- Pero, ¿no sería más acertado írselo a contar al médico? ¿No veis que,
si yo me meto en hacerle purgar ese humor bilioso, puede ser que le aumente?
Guillermo: - ¡Oh! Señor, dad algún sentido a lo que habláis, sin
desentenderos con tales extravagancias de lo que os vengo a decir.
La doctrina humoral
En la medicina hipocrática fue formulada la doctrina
humoral, la cual dejó su huella a lo largo de los siglos en la historia de la
medicina. La doctrina humoral parte de la idea de los cuatro elementos (bilis
amarilla, bilis negra, hema y flema, , cada uno de los cuales representa una de
las sustancias que conforman el organismo. El equilibrio de esas sustancias
representa la salud (armonía, crasis); mientras que su desequilibrio se traduce
en enfermedad (desarmonía, discrasia). Los elementos y las sustancias
representan también un estado determinado de la temperatura, un órgano y uno de
los componentes del coágulo sanguíneo. En este último aspecto la doctrina
humoral constituía un paso positivo hacia la comprensión del proceso de la
coagulación sanguínea con respecto a la teoría de los vitalistas que explicaban
ese fenómeno por el efecto de una sustancia vital
34
La ciencia que las investiga las nubes es la nefología
(del griego nephos, 'nube'), rama de la meteorología que estudia su formación,
composición, densidad, temperatura, forma, evolución, movimiento, agrupación y
clasificación. Pero, en esta obra teatral se habla de las nubes como imágenes
que se prestan a distintas interpretaciones. Las nubes son objeto de observación
para los artistas como los pintores, inspiración para los poetas, formas
caprichosas para las supersticiones o simplemente gratas panorámicas en movimiento
que las hacen perder unas forma para inmediatamente adquirir otras. La belleza
de las nubes está en la inestabilidad de sus imágenes.
En el Acto IV, Capítulo XVIII se habla de las nubes,
aunque es claro que Hamlet habla de las nubes para hacerse el loco, y
Shakespeare usa ese recurso para referirse a la inestabilidad del ánimo de
Hamlet.
Hamlet.- ¡Oh! Dios te bendiga.
Polonio.- Señor, la Reina quisiera hablaros al instante.
Hamlet .- ¿No ves allí aquella nube que parece un camello?
Polonio.- Cierto, así en el tamaño parece un camello.
Hamlet.- Pues ahora me parece una comadreja.
Polonio.- No hay duda, tiene figura de comadreja.
Hamlet.- O como una ballena.
Polonio.- Es verdad, sí, como una ballena.
35
El puñal que ha de herirla está en mis palabras, no en
mi mano.
36
Claudio se arrepiente de su crimen en el Capítulo XXII
del Acto IV.
Jacques Derrida abordó el tema de la culpa, el
arrepentimiento y el perdón; y llegó a la conclusión de que “El que reconoce su
falta ya no es el mismo”. Pero, no basta con una simple aceptación de la culpa
para merecer el perdón .
Thomas, el héroe de la novela de Milan Kundera “La
insoportable levedad del ser”, piensa que la gente que ha delinquido necesita
más que reconocer su culpabilidad para merecer el perdón. Thomas recuerda a
Edipo: cuando supo lo que había hecho, se sacó los ojos. De esa manera
demostraba su arrepentimiento. Es decir,
debe hacer algún gesto lo suficientemente grande para borrar su pasado abyecto.
Claudio.- ¡Oh! ¡Mi culpa es atroz! Su hedor sube al cielo, llevando consigo la
maldición más terrible, la muerte de un hermano. No puedo recogerme a orar, por
más que eficazmente lo procuro, que es más fuerte que mi voluntad el delito que
la destruye. Como el hombre a quien dos obligaciones llaman, me detengo a
considerar por cual empezaré primero, y no cumpla ninguna... Pero, si este
brazo execrable estuviese aún más teñido en la sangre fraterna, ¿faltará en los
Cielos piadosos suficiente lluvia para volverle cándido como la nieve misma?
¿De qué sirve la misericordia, si se niega a ver el rostro del pecado? ¿Qué hay
en la oración sino aquella duplicada fuerza, capaz de sostenernos al ir a caer,
o de adquirirnos el perdón habiendo caído? Sí, alzaré mis ojos al cielo, y
quedará borrada mi culpa. Pero, ¿qué género de oración habré de usar? Olvida,
señor, olvida el horrible homicidio que cometí... ¡Ah! Que será imposible,
mientras vivo poseyendo los objetos que me determinaron a la maldad: mi
ambición, mi corona, mi esposa... ¿Podrá merecerse el perdón cuando la ofensa
existe? En este mundo estragado sucede con frecuencia que la mano delincuente,
derramando el oro, aleja la justicia, y corrompe con dádivas la integridad de
las leyes; no así en el cielo, que allí no hay engaños, allí comparecen las
acciones humanas como ellas son, y nos vemos compelidos a manifestar nuestras
faltas todas, sin excusa, sin rebozo alguno... En fin, en fin, ¿qué debo
hacer?... Probemos lo que puede el arrepentimiento... y ¿qué no podrá?
Pero, ¿qué ha de poder con quien no puede arrepentirse? ¡Oh! ¡Situación
infeliz! ¡Oh! ¡Conciencia ennegrecida con sombras de muerte! ¡Oh! ¡Alma mía
aprisionada! Que cuanto más te esfuerzas para ser libre, más quedas oprimida,
¡Ángeles, asistidme! Probad en mí vuestro poder. Dóblense mis rodillas tenaces,
y tu corazón mío de aceradas fibras, hazte blando como los nervios del niño que
acaba de nacer. Todo, todo puede enmendarse.
37
La imaginación obra con mayor violencia en los cuerpos
más débiles.
38
La virtud misma tiene que pedir perdón al vicio
39
La costumbre es capaz de borrar la impresión misma de
la naturaleza, reprimir las malas inclinaciones y alejarlas de nosotros con
maravilloso poder.
40
Porque soy piadoso debo ser cruel
41
El cadáver es pariente del polvo.
42
Los males desesperados, o son incurables, o se alivian
con desesperados remedios.
43
El gusano es el Monarca supremo de todos los
comedores.
El Rey gordo y el mendigo flaco son dos platos
diferentes; pero se sirven a una misma mesa. En esto para todo.
44
¿Qué es el hombre que funda su mayor felicidad, y
emplea todo su tiempo solo en dormir y alimentarse? Es un bruto y no más.
45
El ser grande no consiste, por cierto, en obrar sólo
cuando ocurre un gran motivo; sino en saber hallar una razón plausible de
contienda, aunque sea pequeña la causa; cuando se trata de adquirir honor.
46
La antigüedad y la costumbre son apoyo y seguridad de
todo buen gobierno.
47
Cuanto nos proponemos hacer debería ejecutarse en el
instante mismo en que lo deseamos, porque la voluntad se altera fácilmente, se
debilita y se entorpece, según las lenguas, las manos y los accidentes que se
atraviesan; y entonces, aquel estéril deseo es semejante a un suspiro, que
exhalando pródigo el aliento causa daño, en vez de dar alivio...
48
Cierto que no debería un homicida hallar asilo en
parte alguna, ni reconocer límites una justa venganza.
49
Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra;
tan inmediatas caminan.
50
El que no desea su muerte, no se acorta la vida.
51
No hay caballeros de nobleza más antigua que los
jardineros, sepultureros y cavadores, que son los que ejercen la profesión de
Adán.
52
Sepulturero 2.º.- ¿Cuál es el que hace habitaciones más durables que
las que hacen los albañiles, los carpinteros de casas y de navíos?
Sepulturero1.º.- Sí, dímelo y sales del apuro.
Sepulturero 2.º.- Ya se ve que te lo diré.
Sepulturero 1.º.- Pues vamos.
Sepulturero 2.º.- Pues no puedo decirlo.
Sepulturero 1.º.- Vaya, no te rompas la cabeza sobre ello... Tú eres un
burro lerdo, que no saldrá de su paso por más que le apaleen. Cuando te hagan
esta pregunta, has de responder: el Sepulturero. ¿No ves que las casas que él
hace, duran hasta el día del juicio? Anda, ve ahí a casa de Juanillo y tráeme
una copa de aguardiente.
53
Hamlet y la insignificancia de la vida:
Hamlet.- No, no, por cierto. No hay sino irle
siguiendo hasta conducirle allí, con probabilidad y sin violencia alguna. Como
si dijéramos: Alejandro murió, Alejandro fue sepultado, Alejandro se redujo
a polvo, el polvo es tierra, de la tierra hacemos barro... ¿y por qué con
este barro en que él está ya convertido, no habrán podido tapar un barril de
cerveza? El emperador César, muerto y hecho tierra, puede tapar un
agujero para estorbar que pase el aire... ¡Oh!... Y aquella tierra, que tuvo atemorizado
el orbe, servirá tal vez de reparar las hendiduras de un tabique, contra las
intemperies del invierno...
54
para conocer bien a otro, es menester conocerse bien a
sí mismo.
56
Hamlet :.- No, no... Me burlo yo de tales presagios. Hasta en la
muerte de un pajarillo interviene una providencia irresistible. Si mi hora es
llegada, no hay que esperarla, si no ha de venir ya, señal que es ahora, y si
ahora no fuese, habrá de ser después: todo consiste en hallarse prevenido para
cuando venga. Si el hombre, al terminar su vida, ignora siempre lo que podría
ocurrir después, ¿qué importa que la pierda tarde o presto? Sepa morir.
56
La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecución...
PELÍCULA (1990)
Hamlet es una película de 1990, dirigida por Franco
Zeffirelli, basada en la obra homónima de William Shakespeare. Es protagonizada
por Mel Gibson, Glenn Close, Alan Bates, Paul Scofield, Ian Holm y Helena
Bonham Carter, en los papeles principales. Fue galardonada con el premio David
di Donatello 1991: a la mejor película extranjera.
Argumento
La película comienza con el funeral de Hamlet, rey de
Dinamarca (Paul Scofield). Su hijo homónimo, el príncipe Hamlet (Mel Gibson) y
la reina viuda, Gertrudis (Glenn Close) le lloran. Claudio (Alan Bates),
hermano del rey, contempla la escena, mientras observa lascivamente a
Gertrudis. El joven Hamlet se percata de su mirada.
Al transcurrir menos de dos meses, Gertrudis se casa
con su cuñado Claudio, hecho que llena de indignación a Hamlet, y que lo sume
en una profunda depresión que lo hace vestir siempre de negro en señal de luto.
La confirmación de que la muerte de su padre, por
medio del fantasma de este, no había sido natural, sino un vil asesinato
fratricida a manos de su hermano Claudio, y la promesa hecha por el joven
príncipe de vengarlo, desencadena una serie de actos trágicos y violentos en
los que Hamlet fingirá locura, abandonará a su amor Ofelia (Helena Bonham
Carter) y se lanzará en una fortuita e irrefrenable carrera hacia la
consumación de su venganza hasta acabar muertos tanto él, como su madre y su
tío.
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