[6]MAÑANA
EN LA BATALLA PIENSA EN MI (1994)
Mañana
en la batalla piensa en mí (1994) del escritor español Javier Marías
(1951-2022) trata del amor y el adulterio. Gustavo Flaubert decía que “adulterio es una palabra hermosa”. También trata
de la verdad y el engaño, la realidad y las apariencias.
Marta
Téllez recibe en su alcoba a su amante, Víctor Francés; y apenas inician el
juego previo al sexo, Marta muere. A partir de allí el autor hace unas serie de
reflexiones sobre la existencia cotidiana. El esposo de Marta está de viaje y
también anda en una aventura. El hijo de Marta está en casa mientras ella muere
y jamás sabrá lo que pasó estando tan cerca. Casi todos los personajes tienen
sus pecados que guardan con sumo cuidado. Nadie puede lanzar la primera piedra.
1
Nadie
piensa nunca que nadie vaya a morir en el momento más inadecuado a pesar de que
eso sucede todo el tiempo.
2
Todo
viaja hacia su difuminación y se pierde y pocas cosas dejan huella, sobre todo
si no se repiten, si acontecen una sola vez y ya no vuelven, lo mismo que las
que se instalan demasiado cómodamente y vuelven a diario y se yuxtaponen,
tampoco esas dejan huella.
3
Hasta
el tiempo que se resiste a pasar acaba pasando y se lo lleva el desagüe.
4
Eso
es lo que el pánico hace y lo que suele llevar a la perdición a quienes lo
padecen: les hace creer que, dentro del mal o el peligro, en él están sin embargo
a salvo…‘Mañana en la batalla piensa en mí, y caiga tu espada sin filo.
5
No puedo dejar de existir mientras todas las
otras cosas y las personas se quedan aquí y se quedan vivas.
6
Nos
mirábamos con mutua envidia, la vida aventurera y la vida de horarios, la vida
a la intemperie y la vida fácil, y yo siempre me preguntaba cómo esquivaría
ella las ramas de los árboles que sobresalían desde las aceras .
7
acaso
es la voluntad lo que de pronto se cansa y al retirarse nos trae la muerte, no
querer ya querer ni querer nada, ni siquiera curarse, ni siquiera salir de la
enfermedad y el dolor en los que se encuentra cobijo a falta de todo lo demás
que ellos mismos van expulsando o quizá usurpando, porque mientras están ahí es
aún no, aún no, y se puede seguir pensando y uno se puede seguir despidiendo.
8
Por
el respeto que impone siempre la aparición del misterio si es que no hay dolor
y llanto, pues si los hay no hay silencio, o viene luego. ‘Mañana en la batalla
piensa en mí, y caiga tu espada sin filo: desespera y muere.
9
El
hecho de que alguien muera mientras sigue uno vivo le hace a uno sentirse como
un criminal durante un instante.
10
Llevaba
unos segundos parado, inmovilizado por mi prisa mental, sin hacer nada, y la
prisa nos hace pensar cosas contrarias.
11
Tantas
cosas suceden sin que nadie se entere ni las recuerde. De casi nada hay
registro, los pensamientos y movimientos fugaces, los planes y los deseos, la duda
secreta, las ensoñaciones, la crueldad y el insulto, las palabras dichas y
oídas y luego negadas o malentendidas o tergiversadas, las promesas hechas y no
tenidas en cuenta, ni siquiera por aquellos a quienes se hicieron, todo se
olvida o prescribe, cuanto se hace a solas y no se anota y también casi todo lo
que no es solitario sino en compañía, cuan poco va quedando de cada individuo,
de qué poco hay constancia, y de ese poco que queda tanto se calla, y de lo que
no se calla se recuerda después tan sólo una mínima parte, y durante poco
tiempo, la memoria individual no se transmite ni interesa al que la recibe, que
forja y tiene la suya propia.
12
Es
tanto más lo que sucede a nuestras espaldas, nuestra capacidad de conocimiento
es minúscula, lo que está más allá de un muro ya no lo vemos, o lo que está a
distancia, basta con que alguien cuchichee o se aleje unos pasos para que ya no
oigamos lo que está diciendo, y puede que nos vaya la vida en ello, basta con
que no leamos un libro para que no sepamos la principal advertencia, no podemos
estar más que en un sitio en cada momento, e incluso entonces a menudo
ignoramos quiénes nos estarán contemplando o pensando en nosotros, quién está a
punto de marcar nuestro número, quién de escribirnos, quién de querernos o de
buscarnos, quién de condenarnos o asesinarnos y así acabar con nuestros escasos
y malvados días, quién de arrojarnos al revés del tiempo o a su negra espalda,
como pienso y contemplo yo a este niño sabiendo más de él de lo que él sabrá
nunca sobre el que fue esta noche.
13
Todo
cortejo resulta ruin si se lo ve desde fuera o se lo recuerda, una mutua
manipulación consentida, el mero cumplimiento trabajoso de un trámite y la
envoltura social de lo que no es más que instinto.
14
A
veces medimos cada vocablo según nuestras intenciones desconocidas.
15
El
disimulo es una virtud.
16
Ponerse gafas oscuras en los cementerios no es
tanto para velar las lágrimas como para ocultar su ausencia.
17
Cuantos
hablan de mí no me conocen, y al hablar me calumnian; los que me conocen
callan, y al callar no me defienden; así, todos me maldicen hasta que me
encuentran, mas al encontrarme descansan, y a mí me salvan, aunque yo nunca
descanso.
(La
muerte)
18
Qué
difícil deshacerse del todo de las costumbres y creencias superficiales de los
que nos preceden, cuyo simulacro conservamos a veces durante toda una vida —una
vida más— por superstición y por respeto a ellos, las formas y los efectos
tardan más en desaparecer y olvidarse que las causas y los contenidos.
19
Vivir
en el engaño es fácil, y aún más, es nuestra condición natural, y por eso no
debería dolernos tanto.
20
Y
cuan poco va quedando de cada individuo en el tiempo inútil como la nieve
resbaladiza, de qué poco hay constancia, y de ese poco tanto se calla, y de lo que
no se calla se recuerda después tan sólo una mínima parte, y durante poco tiempo:
mientras viajamos hacia nuestra difuminación lentamente para transitar tan sólo
por la espalda o revés de ese tiempo, donde uno no puede seguir pensando ni se puede
seguir despidiendo.
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