LOS
HORNOS DE HITLER.
Edgardo
Rafael Malaspina
1
Los
hornos de Hitler (1947) es uno de los testimonios más impactantes y dolorosos
sobre las crueldades de las huestes hitlerianas contra los que consideraba razas
inferiores y que finalizaron con la muerte de millones de personas. La autora, la médico húngara Olga Lengyel
(1908-2001) con prosa sencilla pero impregnada de realismo crudo narra los
torturas y asesinatos a que fueron sometidos los prisioneros del ejército nazi
en el campo de concentración de Auschwitz II-Birkenau.
2
Olga
Lengyel fue sobreviviente del Holocausto , por lo tanto, fue testigo presencial
de primera línea del inhumano comportamiento de hombres y mujeres fanatizados
hasta la locura por la ideología nazi.
3
La
doctora Lengyel perdió a su seres más queridos durante la Segunda Guerra
Mundial (padre , madre, dos hijos y su esposo); no obstante, sus reservas
espirituales y mentales le dieron la suficiente fortaleza para enfrentar su
tragedia con entereza estoica, y más tarde contarnos los
horrores a que pueden ser sometidos los humanos por sus semejantes , y aunque
tuvo sus dudas filosóficas nunca aceptó la sentencia de Thomas Hobbes de que “el
hombre es un lobo para el hombre” ( homo homini lupus). El comportamiento digno
de algunos prisioneros que no se doblegaron ante las atrocidades de los
hitlerianos le inspira fe y esperanza en la humanidad.
4
La
autora nos habla de vida insoportable en un campo de concentración nazi , los
tormentos por lo que pasaban los prisioneros , la hambruna a que fueron
sometidos, las enfermedades que padecían y los experimentos pseudocientíficos
del doctor Mengele.
FRASES
Y PÁRRAFOS
1
EUGENESIA
Con
objeto de conservar una nación fuerte, Hitler usó un antiguo sistema griego.
Los antiguos griegos lanzaban al precipicio desde la cima de la montaña Taigeto
a todos aquellos niños que nacían inválidos o de apariencia física débil. El
Führer aplicó una versión moderna de este método entre los adultos de los
alemanes arios. El mayor decía que todos aquellos incapacitados para el
trabajo, o inválidos, o que padecieran serias enfermedades como tuberculosis,
cáncer, o los enfermos, mentales, eran declarados incurables y enviados al
"Tratamiento de Recuperación" a diferentes hospitales. La oficina
central de los médicos encargados de estos tratamientos estaba en un hospital
situado en Brandeburgo, cerca de Berlín. Ya en el hospital, eran sometidos a la
eutanasia, muerte producida inyectándoles veneno.
2
LOS
ASESINADOS LANZADOS AL RÍO Y LOS PECES
Millares
y millares de seres humanos, viejos y jóvenes, hombres, mujeres y niños,
infantes en brazos de sus madres fueron alineados completamente desnudos y
expuestos
al frío invernal a lo largo de las orillas del río. Una orden con voz de trueno
se oyó, y todos estos desventurados fueron ametrallados y sus cuerpos se desplomaron
al río. Durante un largo periodo de tiempo, cuando las amas de casa compraban
pescado en el mercado y lo abrían en sus casas para limpiarlo, encontraban en
los estómagos de los peces partículas de cuerpos humanos, y algunas veces, miembros
pequeños de niños.
3
PAN
Y CIRCO
¡Las
masas siempre dan la bienvenida al lobo disfrazado en la piel de borrego! ¡Qué
poco conocían del significado "Circo y pan para la gente"!
4
LA
AUTORA ES OBLIGADA A “VENDER” TODAS LAS PROPIEDADES FAMILIARES (CON UN
DOCUMENTO FICTICIO) BAJO AMENAZA DE MUERTE DE SU ESPOSO.
Si
antes había tenido la sensación de encontrarme envuelta en un remolino, ahora
estaba segura que toda mi familia, junto conmigo se encontraba completamente perdida
en éste. ¡Habíamos sido sentenciados! Tenía yo cinco minutos para tratar de
salvar la vida de mi esposo. La Gestapo tenía el poder de
la vida o de la muerte, y Osvath era su instrumento. Sin decir una sola palabra
más tomé la pluma y firmé en aquellos sitios en que Osvath me indicó. Con este
simple gesto, tiré por la borda todos nuestros ahorros, nuestro hospital,
nuestra casa, en fin, todos nuestros bienes. Con un pequeño trazo de la pluma
dejé a mi familia en la miseria. Nos habíamos convertido en mendigos, sin tener
nada que pudiéramos llamar nuestro en el mundo. El trabajo de generaciones,
producto del sudor de mis padres, de mi esposo y mío propio, se había esfumado
en sólo unos segundos.
5
EL
PADRINO DE LA AUTORA, ELFER ALADAR ,TAMBIÉN MÉDICO,
ATROPELLADO POR LOS NAZIS
Era
un hombre que no creía en las posesiones terrenales. Todo el dinero que tenía
lo gastaba en libros, y en medicamentos para la gente pobre. Se pasaba la vida estudiando.
Acostumbraba celebrar la noche del Año Nuevo rodeado de libros científicos y
materialmente devoraba las páginas de los mismos. En ocasiones solía encerrarse
en su biblioteca durante días enteros con el objeto de leer y aprender cosas
nuevas. Cuando un sacerdote, profesor, rabino o una persona cualquiera de escasos
recursos solicitaba su ayuda desde una lejana aldea adonde no se podía
conseguir un médico, él viajaba a esos lugares, llevando consigo toda clase de
medicinas, permaneciendo al lado de sus pacientes durante semanas enteras,
hasta que éstos se encontraban recuperados. Haciéndolo sin cobrar nada por sus
servicios médicos.
-Por
primera vez en mi vida, tenía un verdadero hogar, y tenía que perderlo cuando
más lo necesitaba. No soy sino un moribundo en busca de un techo donde morir.
6
EL
DOCTOR OSVATH
El
doctor Osvath era un buen médico, a quien mi esposo ayudó grandemente en su
profesión. Tenía cuatro niños, su esposa esperaba al quinto, era
definitivamente un respetable hombre de familia. Y estaba muy lejos de
parecerse a la imagen de bajeza que el mayor nos había trazado de él.
NAZI
Y COMUNISTA AL MISMO TIEMPO
—Estos
frecuentes bombardeos no tienen importancia, los aliados nunca ganarán la
guerra. Y si por un milagro los rusos vinieran, yo estoy cubierto. Estoy
preparando pruebas y testigos que demostrarán que en mi juventud fui un ardiente
comunista y que lo sigo siendo, subrepticiamente, claro
está. Soy un hombre que puede nadar con o contra la corriente, y siempre
permanezco en la superficie. ¡Qué verdad tan grande había dicho Osvath! Cuando
los rusos liberaron Transilvania, fue nombrado profesor de la Universidad en
Marosvasarhely.
7
UNA
DESPEDIDA OBLIGADA
Dirigí
una mirada de despedida al hospital, la realización de un largo sueño de mi
esposo, de mis padres y mío. Un edificio construido a costa de muchos sacrificios
con todo nuestro cariño. Di mi último adiós al mobiliario que en largas noches
de desvelo yo misma diseñé. Ésta fue la última vez que estuve en nuestro
hospital.
8
CONSULTAS
MÉDICAS
Nos
levantábamos a las cuatro de la madrugada. Las consultas empezaban a las cinco.
Las enfermas, que a veces llegaban a mil quinientas al día, tenían que esperar
a que les tocase su turno en filas de a cinco. Se le abrían a uno las carnes al
ver aquellas columnas de mujeres dolientes, vestidas miserablemente, calándose
de pie humildemente bajo la lluvia, la nieve o el rocío. Muchas veces ocurría
que se les agotaban las últimas energías y se desplomaban a tierra sin sentido
como un témpano más.
9
HERIDAS
GANGRENADAS
Naturalmente,
no podíamos atender a todos los pacientes, y muchos de ellos se agravaban por
tenerlos abandonados, como ocurría, por ejemplo, cuando se trataba de heridas
gangrenadas. Aquellas infecciones exhalaban un olor pútrido, y en ellas se
multiplicaban rápidamente las larvas . Utilizábamos una enorme jeringa y las desinfectábamos
con una solución de permanganato potásico. Pero teníamos que repetir la
operación diez o doce veces, y se nos acababa el agua. La consecuencia era que
otras pacientes tenían que esperar y seguir sufriendo.
10
LOS
HORNOS O CREMATORIOS
De
tres a cuatrocientos atendían cada crematorio. Su tarea consistía en empujar a los
condenados al interior de la cámara de gas y, después de efectuado el asesinato
en masa, debían abrir las puertas y sacar los cadáveres. Eran preferidos los
médicos y dentistas para ciertas operaciones, los últimos, por ejemplo, para rescatar
las dentaduras postizas de los cadáveres y aprovechar los metales preciosos de
que estaban hechas. Además, los miembros del Sonderkommando tenían que cortar
el pelo a las víctimas, lo cual suponía otra ganancia para la economía nacional
socialista.
11
FOSA-CÁRCEL
Estaba
Tadek aplacando su sed cuando lo divisó una patrulla alemana. Fue detenido. Al
caer en la cuenta de que todo estaba perdido para él, evitó la dirección en que
se había ido su hermano por temor de que los descubriesen. El hermano logró
ponerse a salvo, pero Tadek fue devuelto al campo y encerrado en un calabozo en
forma de fosa. Estas fosas eran celdas de castigo hundidas en la tierra. No
tenían aire libre ni luz, y eran tan angostas que los prisioneros tenían que
quedarse de pie toda la noche. Durante el día, eran sacados para destinarlos a
las más repugnantes faenas, a base de reducción de raciones. En tres días, no
comió más que seis onzas y media de pan; eso fue todo. Al
cabo de tres o cuatro días, los hombres más vigorosos se entregaban. Tadek
aguantó aquel trato muchas semanas. Cuando por fin lo sentenciaron a muerte, ya
no quedaba nada de aquel ser humano a quien conociera yo en otros tiempos.
12
ENFERMEDADES
Aquel
horrendo lugar brindaba, eso sí, un terreno abundante para observar la
patología de la nutrición defectuosa. Los fenómenos más comunes eran los
edemas, los flemones, los panadizos, esa variedad de diarrea persistente que
los alemanes llamaban "Durchfall", la forunculosis, las manifestaciones
extremas de avitaminosis y, finalmente, las pulmonías. También teníamos casos
contagiosos de difteria, escarlatina y tifus, que era propagado por millones de
piojos extendidos por todo el campo.
13
ZOOFILIA
No
me olvidaré jamás de la angustia de una madre que me dijo que la obligaban a
desnudar a su hija y observar cómo la violaban los perros a los que habían
adiestrados para aquel deporte de manera especial los nazis
14
EL
DOCTOR LENGYEL (ESPOSO DE LA AUTORA) ES ASESINADO POR CUMPLIR CON SU DEBER
HIPOCRÁTICO.
A
pesar de la orden explícita de los alemanes, mi marido se inclinó para ayudar a
un internado francés que se había desmayado. Trató de dar al pobre hombre una
inyección de alguna sustancia estimulante para que pudiese continuar andando.
Pero un guardián de las S.S. disparó en el acto contra los dos, matándolos.
15
FILOSOFÍA
NAZI: EL PODER DA DERECHO.
En
Birkenau, como en la sociedad alabada y enaltecida por los filósofos nazis,
prevalecía la teoría de que "el poder crea el derecho". El poder por
sí mismo imponía respeto. Los débiles y los viejos no osaban esperar
misericordia.
16
“'Hay
que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a
ellos” (Jorge Luis Borges).
En
Birkenau se sentía una tentada de responder que el hombre era inalterablemente
malo. Pero esto sería una confirmación de la filosofía nazi, la cual pretende
que la humanidad es estúpida y perversa, y que necesita ser metida en rodera a
base de palo. Acaso el crimen más horrendo que cometieron contra nosotros los "superhombres"
sea la campaña que desencadenaron, muchas veces con éxito, para convertirnos en
unas bestias tan monstruosas como ellos.
17
FE
EN LA HUMANIDAD
Conocí
a muchos internados que supieron ser fieles a su dignidad humana hasta el mismo
fin. Los nazis lograron degradarlos físicamente, pero no fueron capaces de
rebajarlos moralmente. Gracias a estos pocos, no he perdido totalmente mi fe en
la humanidad. Si en la misma jungla de Birkenau no todos fueron necesariamente
inhumanos con sus hermanos hombres, indudablemente hay todavía esperanzas. Esta
esperanza es la que me hace vivir.
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