BORGES
COMO PERSONAJE DE FICCIÓN EN LA NOVELA DE SÁBATO “SOBRE HÉROES Y TUMBAS”
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
1
En
Sobre Héroes y tumbas (1961) Ernesto Sábato esboza sus tesis existencialistas
referentes al amor, el poder, la política y el sentido de la Literatura. En
este último rubro hace su aparición en la obra Jorge Luis Borges, como un personaje más de la novela.
2
Bruno
le aprieta un brazo a Martín (el personaje central de la obra) le señala un hombre que camina con un bastón
por la calle Perú de Buenos Aire. Es Borges, le dice. Se le acercan y saludan
al Maestro. “Martín se encontró con una
mano pequeña, casi sin huesos ni energía. Su cara parecía haber sido dibujada y
luego borrada a medias con una goma. Tartamudeaba”.
Borges
levantaba las cejas y “lo observaba con
unos ojos celestes y acuosos, con una cordialidad abstracta y sin destinatario
preciso, ausente”.
3
Bruno
le preguntó qué estaba escribiendo.
—Bueno,
caramba… —tartamudeó, sonriendo con un aire entre culpable y malicioso, con ese
aire que suelen tomar los paisanos argentinos, irónicamente modesto, mezcla de
secreta arrogancia y de aparente apocamiento, cada vez que se les pondera un
pingo o su habilidad para trenzar tientos—. Caramba… y bueno…, tratando de
escribir alguna página que sea algo más que un borrador…
4
Borges
hacía una serie de tics bromistas con su cara. Bruno y sus amigos comentan que
Borges “es un conferenciante para señoras de la oligarquía”. Hablan,
refiriéndose siempre a Borges, también de la importancia de la literatura
fantástica como mecanismo para evadir la desagradable realidad.
5
Alguien
dice que Borges es poco argentino, y le responden:
—¿Qué
podría ser sino argentino? Es un típico producto nacional. Hasta su europeísmo
es nacional. Un europeo no es europeísta: es europeo, sencillamente.
Surge
una pregunta: ¿Es Borges un gran escritor?
—No
sé. De lo que estoy seguro es de que su prosa es la más notable que hoy se
escribe en castellano. Pero es demasiado preciosista para ser un gran escritor.
¿Lo
imagina usted a Tolstoi tratando de deslumbrar con un adverbio cuando está en
juego la vida o la muerte de uno de sus personajes? Pero no todo es bizantino en
él, no vaya a creer. Hay algo muy argentino en sus mejores cosas: cierta nostalgia,
cierta tristeza metafísica…
6
Bruno
se encuentra con su amigo Rinaldini y le dice:
—Acabamos
de ver a Borges por la calle.
Rinaldini
ha escrito sobre Borges. Por eso le preguntan qué ratifica de sus artículos. Rinaldini
contesta:
-Ahora
diría otras cosas. Cada día soporto menos sus cuentos.
Rinaldini
dice que le gustan los poemas borgianos “ Pero hay mucho patatrás”.
Bruno
expresa que a él lo conmovían esos poemas que recordaban la infancia, el Buenos
Aires de otro tiempo, los viejos patios, el paso del tiempo.
—Sí
—admitió Rinaldini—. Lo que no tolero son sus divertimientos filosóficos, aunque
mejor sería decir seudofilosóficos. Es un escritor ingenioso, seudificador.
Le
responden: Sin embargo, en un periódico francés se habla de la
hondura filosófica de Borges.
7
La
conversación se traslada hasta Ficciones:
La biblioteca de Babel, por ejemplo. Allí
sofistica con el concepto de infinito, que confunde con el de indefinido. Una
distinción elemental, está en cualquier tratadito desde hace veinticinco
siglos. Y, naturalmente, de un absurdo se puede inferir cualquier cosa.
Ex
absurdo sequitur quodlibet. Y de esa confusión pueril extrae la sugerencia de un
universo incomprensible, una especie de parábola impía. Cualquier estudiante sabe
y hasta me atrevería a conjeturar (como diría Borges) que la realización de todos
los posibles a la vez es imposible. Puedo estar de pie y puedo estar sentado, pero
no al mismo tiempo.
Luego
la conversación sigue con el cuento de Judas, y dicen que Borges es un escritor
inglés que se va a blasfemar a los suburbios de Buenos Aires y de la filosofía.
Finalizan discutiendo si Borges es un sofista o un sofisticado.
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