POR
QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS (1942)
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
I
La
convivencia y todas las relaciones humanas se establecen a través de puentes : “Ahí
tienes el puente, y el puente puede ser el lugar en donde el porvenir de la
humanidad dé un giro”.
Romper los puentes es la esencia de la guerra.
Hemingway en “Por quién doblan las campanas” escribe sobre la paradoja de una
acción bélica: se rompen los puentes y se mata al soldado del bando contrario
que según el poema del John Donne (1572-1631) es parte espiritual del asesino:
“La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la
humanidad; y, por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las
campanas: doblan por ti”.
II
El
estadounidense Robert Jordan (el propio Hemingway) es el encargado de volar un
puente. Se une a un grupo de guerrilleros para llevar a cabo su misión. Se
pelea en la montañas y en los pueblos. Por las atrocidades que se cometen mueren
muchos inocentes: los fascistas y los republicanos se dan la mano. “Por quién
doblan las campanas es una novela sobre la guerra civil española (1937 (combates en Segovia), el amor entre Jordan y
María, y la muerte, sobre la cual constantemente reflexionan los personajes.
III
Frases:
1
Lo
peor que le pueda pasar un hombre es dejar las cosas por cobardía.
2
La
gente buena ha sido siempre gente alegre: Siempre que una persona sea alegre,
tendrá bondad en su corazón.
3
Era mejor mostrarse alegre, y ello era una
buena señal. Algo así como hacerse inmortal mientras uno está vivo todavía.
4
El
riesgo aumenta si no se aprovecha la oportunidad.
5
Ahí
tienes el puente, y el puente puede ser el lugar en donde el porvenir de la
humanidad dé un giro.
6
El
aburrimiento no mata.
7
Un
hombre que se siente débil puede ser un gran peligro.
8
Veo
con claridad las cosas por la mañana temprano.
9
Todo
el mundo— tiene necesidad de hablar con alguien —dijo la mujer de Pablo—; antes
teníamos la religión y otras tonterías. Ahora debiéramos disponer todos de
alguien con quien poder hablar francamente; por mucho valor que se tenga, uno
se siente cada vez más solo.
10
La
tristeza se disipará con el sol. Es como la niebla.
11
Un
hombre inteligente se ve obligado a emborracharse algunas veces para poder
pasar el tiempo con los imbéciles.
12
La
nacionalidad y las ideas políticas no se manifiestan cuando uno ha muerto.
13
podría
pasarme todo el día o todos los días entre libros viejos.
PÁRRAFOS
Cigarrillos
rusos (papirosas)
Jordan
se levantó, se fue hacia los sacos y, abriendo uno de ellos, palpó con la mano hasta
llegar a un bolsillo interior, de donde sacó una de las cajas metálicas de
cigarrillos que los rusos le habían regalado en el Cuartel General de Golz.
Hizo correr la uña del pulgar por el borde de la tapa y, abriendo la caja, le
ofreció a Pablo, que cogió media docena de cigarrillos. Sosteniendo los
cigarrillos en la palma de una de sus enormes manos, Pablo levantó uno al aire
y lo miró a contraluz. Eran cigarrillos largos y delgados, con boquilla de cartón.
—Mucho
aire y poco tabaco —dijo—. Los conozco. El otro, el del nombre raro, también
los tenía.
La
religión, Dios.
—Pero
los has matado.
—Sí,
y lo haría otra vez. Pero, si después de eso sigo viviendo, trataré de vivir de
tal manera, sin hacer mal a nadie, que se me pueda perdonar.
—¿Por
quién?
—No
lo sé. Desde que no tenemos Dios, ni su Hijo ni Espíritu Santo, ¿quién es el
que perdona? No lo sé.
—¿Ya
no tenéis Dios?
—No,
hombre; claro que no. Si hubiese Dios, no hubiera permitido lo que yo he visto
con mis propios ojos. Déjales a ellos que tengan Dios.
—Ellos
dicen que es suyo.
—Bueno,
yo le echo de menos, porque he sido educado en la religión. Pero ahora un
hombre tiene que ser responsable ante sí mismo.
—Entonces
eres tú mismo quien tienes que perdonarte por haber matado.
—Creo
que es así —asintió Anselmo—. Lo ha dicho usted de una forma tan clara, que
creo que tiene que ser así. Pero, con Dios o sin Dios, creo que matar es un
pecado. Quitar la vida a alguien es un pecado muy grave, a mi parecer. Lo haré,
si es necesario, pero no soy de la clase de Pablo.
0-0-0
-Vi
al cura con la sotana remangada que trepaba por un banco y vi a los que le
perseguían, que le daban con hoces y garfios, y vi a uno que le cogía por la
sotana, y se oyó un alarido, y otro alarido, y vi a dos hombres que le metían
las hoces en la espalda y a un tercero que le sujetaba de la sotana y al cura
que, levantando los brazos, trataba de agarrarse al respaldo de una silla, y
entonces la silla en que yo estaba se rompió
0-0-0
La
muerte
-
Ayúdame, Dios mío, ayúdame mañana a conducirme como un hombre tiene que
conducirse en su última hora.
-Hay
que tomar la muerte como si fuera una aspirina.
-Ninguno
de nosotros verá ponerse el sol esta tarde.
-No
sentía miedo de morir, pero le irritaba el verse cogido en una trampa sobre
aquella colina donde no había otra cosa que hacer más que morir.
-De
haber sabido cuántos hombres en la historia tuvieron que morir en una colina,
la idea no le hubiera consolado en absoluto, porque en los trances porque él
pasaba, los hombres no se dejan impresionar por lo que les sucede a otros en
análogas circunstancias.
-Se
tenga miedo o no, es difícil aceptar el propio fin.
-Si
es preciso morir, y claro que va a ser preciso, puedo morir. Pero no me gusta
nada.
-Morir
no tenía importancia ni se hacía de la muerte ninguna idea aterradora. Pero
vivir era un campo de trigo balanceándose a impulsos del viento en el flanco de
una colina. Vivir era un halcón en el cielo. Vivir era un botijo entre el polvo
del grano segado y la paja que vuela. Vivir era un caballo entre las piernas y
una carabina al hombro, y una colina, y un valle, y un
arroyo
bordeado de árboles, y el otro lado del valle con otras colinas a lo lejos.
-Tengo
miedo de morir, Pilar. Tengo miedo de morir, ¿comprendes?
El
olor de la muerte
—Eso
no tiene nada que ver —exclamó Pilar—. En la última temporada de Ignacio
Sánchez Mejías olía tan fuertemente a muerte, que muchos se negaban a sentarse
junto a él en el café. Todos los gitanos lo sabían.
-Porque,
en parte, es el olor de un barco cuando hay tormenta y se cierran las
escotillas. Si pones la nariz contra la abrazadera de cobre de una escotilla
bien cerrada, en un barco que va dando bandazos, cuando te empiezas a encontrar
mal y sientes un vacío .Porque, en parte, es el olor de un barco cuando hay
tormenta y se cierran las escotillas.
-Bueno,
después de lo del barco, tienes que bajar muy temprano al Matadero del Puente
de Toledo, en Madrid, y quedarte allí, sobre el suelo mojado por la niebla que
sube del Manzanares, esperando a las viejas que acuden antes del amanecer a
beber la sangre de las bestias sacrificadas. Cuando una de esas viejas salga
del Matadero, envuelta en su mantón, con su cara gris y los ojos hundidos y los
pelos esos de la vejez en las mejillas y en el mentón, esos pelos que salen de
su cara de cera como los brotes de una patata podrida y que no son pelos, sino
brotes pálidos en la cara sin vida, bien, inglés, acércate, abrázala
fuertemente y bésala en la boca. Y conocerás la otra parte de la que está hecho
ese olor.
0-0-0
La
hermosura de la naturaleza
¿Qué
es lo que te gusta de los pinos?
—Me
gusta el olor y me gusta sentir las agujas debajo de mis pies. Me gusta oír el viento
entre las copas y el ruido que hacen las ramas cuando se dan unas contra otras.
—
Pues a mí los pinos son algo que me harta. ¿No has visto nunca un bosque de
hayas, de castaños, de nogales? Esos son bosques. En esos bosques todos los
árboles son distintos, lo que les da fuerza y hermosura. Un bosque de pinos es
un aburrimiento.
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El
amor más allá de la muerte: Jordan se despide de María ante su inminente
muerte.
-Mientras
viva uno de nosotros, viviremos los dos. ¿Lo comprendes?
-Cualquiera
que sea el que se quede, es como si nos quedáramos los dos.
-Pero
si te vas, yo me voy contigo. De esa manera, yo me iré también. Tú te vas
ahora; sé que te irás. Porque eres buena y cariñosa. Te vas ahora para que nos
vayamos los dos.
-Pero
yo soy tú ahora.
-Ahora
te irás como si fuéramos los dos
-—Tú
eres yo —siguió él—; tienes que darte cuenta, conejito. Conejito, escucha. Es
verdad. Me voy contigo. Te lo juro.
-Vete
en seguida, para que nos vayamos los dos en ti.
Ponme
la mano aquí.
-Ahora
te irás por los dos. Así es. Nos vamos los dos contigo ahora.
Es
así. Te lo he prometido. Eres muy buena si te vas, muy buena.
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