ALEGORÍAS
DE HOMERO (Siglo I)
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
1
Heráclito
defiende al gran poeta de la Ilíada y la Odisea de sus detractores en su libro
“Alegorías de Homero” (Siglo I).
Heráclito
(Gramático griego. No confundir con el filósofo. “El oscuro”)defiende a Homero
de sus detractores , y afirma que en los libros del poeta ciego hay muchas
alegorías , y por lo tanto hay que interpretarlos alegóricamente. Mucho vieron
en la Ilíada y la Odisea una ofensa a los dioses. El otro Heráclito dijo, por
ejemplo: “Homero es digno de ser expulsado de las competiciones y azotado”.
Heráclito
muestra con muchos párrafos de la Ilíada y la Odisea que Homero trata de dar un
mensaje a través de muchas alegoría.
“Se
acusa despiadadamente a Homero por su falta de respeto para con la divinidad1: todos
sus relatos resultarían impíos, a menos de interpretarlos como alegorías”.
Los
dioses y sus poderes no son más que las fuerzas de la naturaleza, los elementos
en plena acción. Los hombres de aquella época homérica interpretaban el efecto benévolo
o destructor de las manifestaciones de la naturaleza como un acto que les
favorecía o les perjudicaba por voluntad divina.
SOBRE
LA ILÍADA
2
Por
lo cual, creo que es claro y evidente para todos, que ningún relato inmoral puebla
ni contamina los versos de Homero; al contrario: ambas obras, la Ilíada primero
y la Odisea después, dejan escuchar unánimemente una voz que habla de piedad,
una voz limpia de cualquier impureza
3
Los
dioses son las fuerzas de la naturaleza.
“Por
lo tanto, la exégesis física nos permite identificar elementos: Apolo es el sol
, Zeus el éter , Poseidón el mar , etc.; o, incluso, mitos cosmogónicos: la
fabricación del escudo de Aquiles, la historia de Proteo e Idotea , la
concordia y la discordia (Ares y Afrodita) (cap. 69), etc., en donde Heráclito
refleja ideas de orden estoico. La eclosión de la primavera es, para nuestro
autor, la consecuencia de los amores de Zeus y de Hera en el monte Ida .
(Esteban Calderón).
4
Se
llama alegoría a una figura que consiste [2] en hablar de una cosa, pero que en
realidad se refiere a otra distinta de la que menciona.
5
Se
han dado una serie de explicaciones, según las cuales espero haber dejado claro
que Apolo se identifica con el sol. Pero, ¿qué es lo que trataba de demostrar?
Que, en las epidemias de peste, el sol es la causa principal de las muertes.
Pues, cuando el verano suave, benigno, que el astro rey nos concede, deja
sentir, por medio de sus rayos, un calor moderado, tibio, una luz de salvación
sonríe a los hombres. En cambio, cuando el verano es seco y abrasador, arranca
de la tierra emanaciones insalubres, y los cuerpos agotados, que se resienten
por el cambio inusual operado en la atmósfera circundante, se consumen bajo el
azote de la peste.
6
Es
Aquiles quien pone fin a la epidemia. Fue Quirón su maestro, el más justo de
los Centauros, el cual destacaba en todo tipo de saber, pero especialmente
sobresalía en la ciencia médica, porque dicen que había conocido a Asclepio.
Pero, en la curación de la enfermedad, a la intervención de Aquiles agrega
Homero el concurso de la diosa Hera, alegoría que designa a una fuerza de la
Naturaleza.
7
Atenea
no es sino la inteligencia misma.
8
Y,
a propósito de esto, que nadie diga: «¿Por qué llama Zeus al éter, por qué denomina
Hades al aire, restando así claridad, con estos nombres simbólicos, a sus especulaciones
filosóficas?» No es nada extraño que, siendo un poeta, utilice alegorías, puesto
que los filósofos usan especialmente de esta figura.
9
En
cuanto a Iris, la mensajera y enviada de Zeus, simboliza el lenguaje «que habla»,
de la misma manera que [3] Hermes es el lenguaje «que interpreta». Los dos son
emisarios de los dioses, y sus nombres no designan sino la facultad de expresar
el pensamiento por medio de la palabra.
10
Afrodita,
en cambio, arroja a Helena en los libertinos brazos de Alejandro de manera
indigna. Quienes así piensan, ignoran que Homero designa con este vocablo el desvarío
de los arrebatos amorosos, el cual actúa de intermediario y esclavo de los deseos
de la juventud.
11
En
cuanto a Hebe, quien, al principio, sirve a los comensales en los banquetes,
¿qué podría representar sino la juventud que se da permanentemente en la
alegría? Pues en el cielo no existe vejez alguna; la naturaleza divina no
participa de esta enfermedad, la peor de la vida. El requisito imprescindible,
por decirlo así, para toda alegría verdadera, es que todos los que están
reunidos para participar del goce, se hallen en la plenitud de la vida.
12
Diomedes,
que tenía por aliada a Atenea, es decir, la [ sabiduría, hiere a Afrodita, la
sinrazón, que no es, ¡por Zeus!, ninguna divinidad, sino tan sólo la
irracionalidad de los combatientes bárbaros.
13
Ares
no es otra cosa que la guerra; su nombre proviene de arḗ, que significa «daño»
14
Sobre
los trabajos de Heracles que son posteriores a la tradición homérica, ¿para qué
extendernos más allá de lo razonable? El jabalí que capturó representa la intemperancia
que anida entre los mortales, y el león, la tendencia que nos lleva in instintivamente
hacia lo que no está permitido. En el mismo orden de cosas, Heracles pasa por
haber encadenado al soberbio toro, pero el verdadero significado de esta hazaña
es el haber sometido los impulsos irracionales del corazón. El héroe expulsó de
su vida la cobardía, es decir, la cierva de Cerinia.
15
En
realidad, bajo el nombre de Dioniso, es al vino a quien llama enloquecido, ya que
los que beben más de lo debido desvarían.
16
Yo,
por mi parte, creo que el muro griego, que levantaron oportunamente para su propia
seguridad, no fue derribado por Poseidón, que era aliado suyo; sino que, al producirse
una lluvia copiosísima, y desbordarse los ríos del monte Ida, ocurrió que el muro
se derrumbó; por lo cual, consideraron este suceso como obra de Poseidón, el
que tiene a su cargo el elemento líquido.
17
Consideran,
también, como un episodio completamente ridículo, y que provoca la risa, el
sueño inoportuno de Zeus en el Ida, y ese lecho extendido en plena montaña, como
para las bestias; lecho en el cual Zeus se hizo esclavo de los dos
requerimientos más irracionales, el amor y el sueño. Yo, personalmente,
pienso que todo esto es una alegoría acerca de la estación de la primavera199,
en la cual brotan de la tierra todas las plantas y verduras tiernas, cuando ya
los hielos del invierno se van derritiendo pausadamente.
18
Si
alguien quiere, adentrándose en los misterios homéricos, iniciarse en los
arcanos de su sabiduría, descubrirá cuán lleno está de filosofía lo que parecía
tan sólo impiedad del poeta.
SOBRE
LA ODISEA
19
¿No
es suficiente el hecho de que, a lo largo de toda la Ilíada, aparezca el canto incesante
de la sabiduría homérica, expresando, mediante alegorías, los asuntos referentes
a los dioses?
20
Los
cabellos blancos y la vejez, puertos sagrados de los años postreros, son para los
hombres un anclaje seguro, y, cuanto más se debilita la fuerza del cuerpo,
tanto más se fortalece la inteligencia.
21
Y
luego, las metamorfosis de este Proteo de las mil caras, adoptando todas las
figuras que quiere: más bien parece tratarse de una serie de leyendas poéticas
y fantásticas, a no ser que algún hierofante de alma inspirada venga a
explicarnos estos misterios celestes que se encuentran en Homero.
22
Calipso
llama Hermes a la elocuencia persuasiva de las hábiles palabras de Odiseo,
quien, aunque trabajosamente, logra, sin embargo, embaucar a la ninfa enamorada,
para ser enviado de nuevo a Ítaca. Por esta razón, [ Hermes llega del Olimpo
adoptando la forma de un pájaro. Pues las palabras, según Homero, son «aladas»,
y, entre los hombres, nada hay más
rápido que la palabra.
23
Si
alguien quiere examinar de cerca el viaje errante de Odiseo, encontrará que se trata
por completo de una alegoría. Al presentar Homero, en efecto, al héroe como un
instrumento de todas las virtudes, se sirve de éste para enseñar
filosóficamente la sabiduría, puesto que Odiseo odia los vicios, que hacen
estragos en la vida de los hombres.
24
Considero
que Eolo simboliza por antonomasia el año, sujeto al período de doce meses del
tiempo. Se llama Eolo, es decir, el abigarrado, porque las partes que lo integran
tienen una naturaleza de distinta duración y forma en cada estación, y los diferentes
cambios que se operan en él cada vez lo hacen variopinto.
Homero
le llama hijo de Hípotes. ¿Hay algo, en efecto, más rápido que el tiempo, algo
tan vivo, en su eterno discurrir, en su eterno fluir, con esa rapidez que es
medida
de todos los siglos?
Sus hijos son los doce meses:
Seis
hijas, y seis hijos en la flor de la vida
25
El
brebaje de Circe es la copa del placer; los libertinos que lo beben, a cambio del
efímero placer de saciarse, viven una vida más miserable que la de los cerdos.
Por ello, los compañeros de Odiseo, que eran un grupo de necios, se dejan
vencer por l glotonería, pero la inteligencia del héroe queda victoriosa de
esta molicie que flota en torno a Circe.
26
A
Hermes se le sacrifica la lengua, el único órgano del cuerpo que tiene relación
con el lenguaje; Hermes es también a quien se le ofrecen las últimas libaciones
al ir a dormir, porque el sueño supone el fin del quehacer de toda palabra.
27
Todas
las épocas han considerado divina la sabiduría de Homero y, con el paso del
tiempo, sus encantos se tornan más jóvenes; no hay nadie que no abra la boca, a
propósito de él, si no es para decir algo elogioso. Todos somos por igual sacerdotes
y celadores de sus divinos poemas.
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